Publicado en el diario México HOY
Guadalajara, Jalisco, México, 10 de octubre. Denuncia el arzobispo de Guadalajara una persecución en contra de los testigos por él presentados, quienes fueron sometidos al detector de mentiras, además de otros exámenes, en tanto que quienes tejieron la hipótesis de la confusión sostenida con alfileres durante los primeros cinco años, no fueron sometidos a tales pruebas.
“Hay una intención de engaño” por parte de los representantes de la Procuraduría General de la República, quienes a lo largo de los dos años de existencia de la Comisión Interinstitucional para dar seguimiento al caso del homicidio del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo y seis personas más, realizaron una serie de irregularidades tendientes a formar “un complot para tapar el complot”, asegura Juan Sandoval Íñiguez.
Pero el arzobispo de Guadalajara y sucesor de Posadas Ocampo, todavía va más allá en su argumentación.
En entrevista realizada en su oficina en pleno centro de la ciudad, afirma que “quienes saben como sucedieron las cosas son ellos” y no quienes sirvieron como testigos, porque de los testimonios de la gente sólo se puede ir hilando ciertas coincidencias para llegar a una hipótesis”.
Pero, en cambio, el hoy subprocurador de Coordinación General y Desarrollo de la PGR, José Luis Ramos Rivera, “estaba en la PGR (el día de los hechos) y él recibió la llamada de (Enrique) Harari (quien le informó lo que estaba aconteciendo en esos momentos en el aeropuerto de Guadalajara); entonces él sabe qué pasó”.
Alrededor de las 16:00 horas del 24 de mayo de 1993, el exdirector de la Policía Federal de Caminos, Enrique Harari –quien es sujeto a proceso por brindar protección al cártel de Juárez de Amado Carrillo— se comunicó con Ramos Rivera (Expedientes inéditos Octubre 4, 2000) y le informó de la balacera que había en la terminal aérea Miguel Hidalgo y Costilla de la Perla Tapatía.
“Enrique Harari se encontraba en la línea, quien me informó de manera precipitada (…) que en ese momento se estaba suscitando una balacera (…) y me dijo que se trataba de El Chapo Guzmán, y que era menester implementar un operativo, le dije que me mantuviera informado de cualquier cosa que supiera…”.
El cardenal Sandoval refiere a México HOY: “Ellos saben cómo están las cosas. La gente de fuera vio, pero no conocía a los asesinos. Ellos (los testigos) dijeron cómo eran, pero no los conocían, cómo se llamaban, quiénes eran. Sólo sabían que eran unos jóvenes y que ellos fueron los que dispararon. Entonces, los testimonios de la gente acá afuera no puede llegar a los autores intelectuales”.
Irregularidades
El cardenal Sandoval Íñiguez manifestó, incluso al procurador Jorge Madrazo Cuéllar, la serie de irregularidades con que actuaron sus colaboradores en las investigaciones del caso. Esto no es de ahora, como tampoco el sentido de sus declaraciones.
Al respecto, al ser llamado a declarar con motivo de sus manifestaciones públicas a los diferentes medios de información sobre su teoría del complot, en declaración escrita, fechada el 24 de enero del año 2000, pero presentada el día 21, explicó:
“Deseo aclarar que todas mis opiniones, juicios de valor e hipótesis acerca de este lamentable suceso (el homicidio del cardenal Posadas Ocampo), declaradas a los medios de comunicación, están soportadas en los testimonios de las personas a las que me he referido en este escrito, y que ahora ya forman parte del expediente SE/001/95”.
Añadió: “Mis declaraciones, por tanto, no han sido producto de conjeturas, ni de meros juicios morales, ni mucho menos de meras confidencias verbales nacidas de la confianza, de la amistad o del ejercicio de mi ministerio sacerdotal, sino de verdaderos testimonios, sostenidos por escrito y debidamente ratificados ante las autoridades judiciales”.
Y en el punto 10 de su comparecencia escrita, el arzobispo de Guadalajara hizo referencia a la serie de irregularidades habidas durante la presentación de los testigos, a partir de cuyas declaraciones se podría presumir la existencia de un complot para asesinar al cardenal Posadas Ocampo.
“Es importante señalar que los testigos de los cuales ofrecí su declaración, y por ello manifestaron, en las diligencias correspondientes, hechos que parecen encaminarse hacia la hipótesis de la existencia de un crimen intencional, o incluso de un complot en el homicidio del señor cardenal Posadas, fueron sometidos al más estricto control, con exámenes psicológicos, médicos y detectores de mentiras”.
En cambio, “estos procedimientos, tan exigentes y cuidadosos, y no contemplados como válidos en la Ley Mexicana, no fueron nunca usados en los primeros cinco años de investigación con los otros testigos que en ocasiones, de manera forzada, han permitido elaborar y sostener la hipótesis oficial de la confusión, siendo obligado preguntarse si los tales testigos resistirían la aplicación de aquellos procedimientos para la validación de sus pruebas”.
Intención de desacreditar la investigación por la PGR
Juan Sandoval recibió al representante de México HOY en sus oficinas del arzobispado, ubicadas en el ala sur—poniente de la Catedral de Guadalajara. A ellas se llega luego de trasponer un par de estrechas puertas y un pasadizo de dimensiones también estrechas.
En la pared hay cuadros con encíclicas del papa Juan Pablo II, escritas en lat{in, y por la ventana se observa el pequeño zócalo, el kiosko y la fachada del palacio de Gobierno del Estado.
—Señor Cardenal, ¿hay una intención de desacreditar la investigación, cerrarla y evitar que el gobierno de Vicente Fox, que tiene cierta simpatía por la Iglesia católica, investigue a fondo?
—A mí lo que me llama la atención de esta investigación es que casi todo me lo carguen a mí, cuando yo lo único que hice fue reclamar y pedir justicia. Pero la investigación la llevaron ahora la PGR y el gobierno de Jalisco. Entonces si no vale la investigación que digan que el gobierno de Jalisco, no que el cardenal Sandoval hizo la investigación y no probó. Quieren desviar la atención, omitir la información que el gobierno de Jalisco ha entregado después de la investigación, pasarla por alto porque es muy buena, ahí están los elementos, y todo enfocado hacia mi que no hablé, yo no dije nada. No hablé. El 27 de julio (cuando se dieron a conocer las conclusiones del Grupo Insterinstitucional) yo dije, yo no hablo. Yo pienso lo que dice el gobierno de Jalisco. Así de sencillas están las cosas.
—¿Usted considera que este tipo de presiones vienen a raiz de la relación de Enrique Harari con los hechos del 24 de mayo de 1993, cuando ellos ya pensaban que el asunto estaba olvidado y se relacionó con Ramos Rivera?
—La actitud después del 27 de julio fue de silencio de los medios que tenían un material extraordinario para haber publicado sobre el caso Posadas, pero nunca publicaron; no comentaron en un principio las conclusiones del gobierno de Jalisco, yo creo que fue por consigna. Y ahora, después, cuando han salido algunas cositas, algo que resucita el caso, entonces arremeten y a mi me parece que equivocadamente. Yo no soy el investigador, yo no presento conclusiones y no soy el que no probó.
El cardenal Sandoval se defiende: “Entonces, asumo lo que dijo el gobierno del Estado de Jalisco. Entonces no tienen por qué desacreditar lo que yo dije porque no dije nada. Si quieren ir al fondo de las cosas, que revisen las declaraciones del gobierno del estado de Jalisco y que sobre ellas hablen”.
—¿Hay indicios a partir de los cuales se pudiera continuar el caso?
—Mire, brevemente los indicios son estos: La primera declaración fue que era fuego cruzado. Cuando el forense don Mario Rivas Souza, con 40 años de experiencia, examinó el cadáver y dijo, nada de fuego cruzado, fueron directísimos, entonces la segunda hipótesis fue confusión con El Chapo Guzmán, y la sostuvieron por mucho tiempo.
“De esta hipótesis, por ser segunda, desde luego quiere decir que ya estaban echando mentiras; la primera no se sostuvo, así que inventaron otra. De esta hipótesis la falla más grande fue que le echaron a los Arellano Félix la culpa de que ellos habían matado al Cardenal y que habían escapado en el avión a Tijuana.
“Entonces ahí cabe la pregunta: ¿por qué dejaron salir ese avión, por qué llegando a Tijuana no los agarraron si estuvieron dos horas en el aire? Y más absurdo aún, por qué a los Arellano Félix no los agarraron cuando llegaron a la Nunciatura (Apostólica para hablar con el nuncio Girolamo Prigione a fines de ese año 1993); ellos eran, ahí los tenían. Lo supieron las autoridades. Lo supo el procurador de entonces (Jorge Carpizo McGregor), lo supo el Presidente (de la República, Carlos Salinas de Gortari), pero no, no los agarraron al salir de la Nunciatura.
“Quiere decir que hay una intención de engaño. A lo largo de estos dos años que duró esta Comisión Interinstitucional hay una serie de irregularidades que están consignadas en el informe del Gobierno del estado de Jalisco. Amenazar, tratar de sobornar, sembrar testigos, todo eso está consignado ahí. Todo eso hace indicar que hubo complot y ahora hay un complot para tapar el complot. Gente interesada en tapar las cosas”.
Amenazas e intimidaciones
El cardenal Sandoval ha dado sólo unos minutos al reportero. Afuera, en la antesala, hay por lo menos dos docenas de fieles que desean hablar con él sobre asuntos de la Iglesia. Desde quienes desean que asista a una peregrinación, hasta otros que solicitan les envíe a un representante para la fiesta del pueblo, y demás.
—¿A quien intentaron sobornar?
—A los abogados del Gobierno del estado de Jalisco, también mis representantes.
—Su nombre.
—José Antonio Sánchez Ortega.
—¿Qué fue?
—Hable usted con ellos.
—¿Un cheque en blanco para que él le pusiera la cantidad que quisiera?
—Sí. Y a otros abogados que estaban trabajando en el expediente les hablaron a su celular y los amenazaron. También ahí está todo consignado.
Esto sucedió en Guadalajara, en el hotel Laffayette. Hasta ahí fue gente, presuntamente de la PGR, que rentó una habitación y nunca la utilizó. En tal espacio iban a entregar el cheque para que Ortega Sánchez dejara de presionar para abrir algunos espacios de la investigación.
El abogado José Antonio Ortega Sánchez, según consta en el expediente del caso Posadas, también fue amenazado por el secretario ejecutivo de la Comisión Interinstitucional, Javier García Avila.
Al respecto, se da testimonio de que el día que le tocó declarar a García Avila sobre el caso Posadas, como sucedió con el subprocurador José Luis Ramos Rivera, el cardenal Sandoval Íñiguez, el en el transcurso de la diligencia ministerial hubo un movimiento telúrico, razón por la cual todos los presentes en la actuación debieron bajar al patio central de la sede principal de la PGR.
Allí, abajo, García Ávila espetó al abogado representante del Gobierno de Jalisco y del cardenal Juan Sandoval: “Óyeme, hijo de la chingada, tú piensas que yo mandé matar al Cardenal, eso no se lo permito a nadie, me las vas a pagar”.
Este incidente fue hecho público ante los miembros de la Comisión Interinstitucional en una de las reuniones, en la cual también estuvo presente García Ávila, quien tampoco desmintió lo sucedido.
Veracidad de los testigos
—Usted habla de la "siembra de testigos". Bueno, ¿cuál es el testigo que puede tener la información más veraz?
—Hay muchos testigos que son veraces pero dicen poco. O sea que aquí (la hipótesis) se arma en base a un cúmulo de testimonios en que todos van coincidiendo. (Pero) Quienes saben cómo sucedieron las cosas son ellos. Ellos saben como están las cosas. La gente de fuera vio, pero no conocía a los asesinos.
Sandoval, vestido de traje negro y una camisa blanca de cuello Mao, añade: “Ellos (los testigos por él presentados) dijeron cómo eran, pero no los conocían, ni cómo se llamaban, quiénes eran. Sólo sabían que eran unos jóvenes y que ellos fueron los que dispararon. Entonces, los testimonios de la gente acá afuera no puede llegar a los autores intelectuales”.
Pero “lo que es muy interesante es analizar las declaraciones de los ‘testigos sembrados’, que dicen cosas muy interesantes. Hay que verlas, como diría, con ojo, con ojo muy crítico.
—¿Quiénes son ellos?
—El que estaba en Los Ángeles...
—¿Marco Enrique Torres?
—No, ese estaba en Chicago. No. Edgar quién sabe qué, El Gory, y ese otro al que trasladaron de la cárcel de Almoloya a la de Pachuca (Alfonso Ferráez Ruz). Y pidió dinero para declarar, que dice que es cubano, y dice una sarta de mentiras, pero es interesante porque dice muchas cosas y esas cosas coinciden con las que dicen otros testigos en particular, reiteradamente. Leyendo eso se pueden sacar muchas cosas.
—Suena interesante esto que dice usted. Que quienes saben cómo ocurrieron las cosas son ellos, la gente de la PGR. Y esto se puede armar con el asunto de lo de Harari.
—Si, claro.
—El subprocurador José Luis Ramos Rivera, en ese momento...
—El estaba en la PGR y él recibe la llamada de Harari. Entonces él sabe qué pasó.
Bien, gracias.
Sandoval se levantó, dando por terminada la entrevista, y solicitó que fuera conducida hacia el interior la siguiente persona que atendería.
Nada de los narcogenerales
Al ser cuestionado sobre la posibilidad escrita en una ficha de inteligencia militar, de la participación de los generales Francisco Humberto Quirós Hermosillo y Mario Arturo Acosta Chaparro en el operativo que privó de la vida al cardenal Posadas Ocampo, su sucesor Juan Sandoval Íñiguez dijo no saber nada.
—En lo que está en los expedientes, que creo que también los conoce usted, en la entrevista o declaración del general Gutiérrez Rebollo, él no hizo mención a esto. No dio nada, no lo declaró. Sí hizo mención de que estuvo en el lugar de los hechos algo así como media hora o 40 minutos después de que sucedieron. Eso es lo único que le puedo decir a usted, porque yo no tengo conocimiento de este asunto.
—Pero, ¿qué opina usted al respecto de esta información?
—Bueno, yo no sé quien la dará.
—Es un parte militar, entregado por inteligencia militar al Secretario de la Defensa.
—¿Cuándo le llegó (al secretario de la Defensa Nacional)?
—No sé, quizá en marzo de 1998.
—Pero tendría que haber una firma aquí. Yo no puedo decir si o no.
Guadalajara, Jalisco, México, 10 de octubre. Denuncia el arzobispo de Guadalajara una persecución en contra de los testigos por él presentados, quienes fueron sometidos al detector de mentiras, además de otros exámenes, en tanto que quienes tejieron la hipótesis de la confusión sostenida con alfileres durante los primeros cinco años, no fueron sometidos a tales pruebas.
“Hay una intención de engaño” por parte de los representantes de la Procuraduría General de la República, quienes a lo largo de los dos años de existencia de la Comisión Interinstitucional para dar seguimiento al caso del homicidio del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo y seis personas más, realizaron una serie de irregularidades tendientes a formar “un complot para tapar el complot”, asegura Juan Sandoval Íñiguez.
Pero el arzobispo de Guadalajara y sucesor de Posadas Ocampo, todavía va más allá en su argumentación.
En entrevista realizada en su oficina en pleno centro de la ciudad, afirma que “quienes saben como sucedieron las cosas son ellos” y no quienes sirvieron como testigos, porque de los testimonios de la gente sólo se puede ir hilando ciertas coincidencias para llegar a una hipótesis”.
Pero, en cambio, el hoy subprocurador de Coordinación General y Desarrollo de la PGR, José Luis Ramos Rivera, “estaba en la PGR (el día de los hechos) y él recibió la llamada de (Enrique) Harari (quien le informó lo que estaba aconteciendo en esos momentos en el aeropuerto de Guadalajara); entonces él sabe qué pasó”.
Alrededor de las 16:00 horas del 24 de mayo de 1993, el exdirector de la Policía Federal de Caminos, Enrique Harari –quien es sujeto a proceso por brindar protección al cártel de Juárez de Amado Carrillo— se comunicó con Ramos Rivera (Expedientes inéditos Octubre 4, 2000) y le informó de la balacera que había en la terminal aérea Miguel Hidalgo y Costilla de la Perla Tapatía.
“Enrique Harari se encontraba en la línea, quien me informó de manera precipitada (…) que en ese momento se estaba suscitando una balacera (…) y me dijo que se trataba de El Chapo Guzmán, y que era menester implementar un operativo, le dije que me mantuviera informado de cualquier cosa que supiera…”.
El cardenal Sandoval refiere a México HOY: “Ellos saben cómo están las cosas. La gente de fuera vio, pero no conocía a los asesinos. Ellos (los testigos) dijeron cómo eran, pero no los conocían, cómo se llamaban, quiénes eran. Sólo sabían que eran unos jóvenes y que ellos fueron los que dispararon. Entonces, los testimonios de la gente acá afuera no puede llegar a los autores intelectuales”.
Irregularidades
El cardenal Sandoval Íñiguez manifestó, incluso al procurador Jorge Madrazo Cuéllar, la serie de irregularidades con que actuaron sus colaboradores en las investigaciones del caso. Esto no es de ahora, como tampoco el sentido de sus declaraciones.
Al respecto, al ser llamado a declarar con motivo de sus manifestaciones públicas a los diferentes medios de información sobre su teoría del complot, en declaración escrita, fechada el 24 de enero del año 2000, pero presentada el día 21, explicó:
“Deseo aclarar que todas mis opiniones, juicios de valor e hipótesis acerca de este lamentable suceso (el homicidio del cardenal Posadas Ocampo), declaradas a los medios de comunicación, están soportadas en los testimonios de las personas a las que me he referido en este escrito, y que ahora ya forman parte del expediente SE/001/95”.
Añadió: “Mis declaraciones, por tanto, no han sido producto de conjeturas, ni de meros juicios morales, ni mucho menos de meras confidencias verbales nacidas de la confianza, de la amistad o del ejercicio de mi ministerio sacerdotal, sino de verdaderos testimonios, sostenidos por escrito y debidamente ratificados ante las autoridades judiciales”.
Y en el punto 10 de su comparecencia escrita, el arzobispo de Guadalajara hizo referencia a la serie de irregularidades habidas durante la presentación de los testigos, a partir de cuyas declaraciones se podría presumir la existencia de un complot para asesinar al cardenal Posadas Ocampo.
“Es importante señalar que los testigos de los cuales ofrecí su declaración, y por ello manifestaron, en las diligencias correspondientes, hechos que parecen encaminarse hacia la hipótesis de la existencia de un crimen intencional, o incluso de un complot en el homicidio del señor cardenal Posadas, fueron sometidos al más estricto control, con exámenes psicológicos, médicos y detectores de mentiras”.
En cambio, “estos procedimientos, tan exigentes y cuidadosos, y no contemplados como válidos en la Ley Mexicana, no fueron nunca usados en los primeros cinco años de investigación con los otros testigos que en ocasiones, de manera forzada, han permitido elaborar y sostener la hipótesis oficial de la confusión, siendo obligado preguntarse si los tales testigos resistirían la aplicación de aquellos procedimientos para la validación de sus pruebas”.
Intención de desacreditar la investigación por la PGR
Juan Sandoval recibió al representante de México HOY en sus oficinas del arzobispado, ubicadas en el ala sur—poniente de la Catedral de Guadalajara. A ellas se llega luego de trasponer un par de estrechas puertas y un pasadizo de dimensiones también estrechas.
En la pared hay cuadros con encíclicas del papa Juan Pablo II, escritas en lat{in, y por la ventana se observa el pequeño zócalo, el kiosko y la fachada del palacio de Gobierno del Estado.
—Señor Cardenal, ¿hay una intención de desacreditar la investigación, cerrarla y evitar que el gobierno de Vicente Fox, que tiene cierta simpatía por la Iglesia católica, investigue a fondo?
—A mí lo que me llama la atención de esta investigación es que casi todo me lo carguen a mí, cuando yo lo único que hice fue reclamar y pedir justicia. Pero la investigación la llevaron ahora la PGR y el gobierno de Jalisco. Entonces si no vale la investigación que digan que el gobierno de Jalisco, no que el cardenal Sandoval hizo la investigación y no probó. Quieren desviar la atención, omitir la información que el gobierno de Jalisco ha entregado después de la investigación, pasarla por alto porque es muy buena, ahí están los elementos, y todo enfocado hacia mi que no hablé, yo no dije nada. No hablé. El 27 de julio (cuando se dieron a conocer las conclusiones del Grupo Insterinstitucional) yo dije, yo no hablo. Yo pienso lo que dice el gobierno de Jalisco. Así de sencillas están las cosas.
—¿Usted considera que este tipo de presiones vienen a raiz de la relación de Enrique Harari con los hechos del 24 de mayo de 1993, cuando ellos ya pensaban que el asunto estaba olvidado y se relacionó con Ramos Rivera?
—La actitud después del 27 de julio fue de silencio de los medios que tenían un material extraordinario para haber publicado sobre el caso Posadas, pero nunca publicaron; no comentaron en un principio las conclusiones del gobierno de Jalisco, yo creo que fue por consigna. Y ahora, después, cuando han salido algunas cositas, algo que resucita el caso, entonces arremeten y a mi me parece que equivocadamente. Yo no soy el investigador, yo no presento conclusiones y no soy el que no probó.
El cardenal Sandoval se defiende: “Entonces, asumo lo que dijo el gobierno del Estado de Jalisco. Entonces no tienen por qué desacreditar lo que yo dije porque no dije nada. Si quieren ir al fondo de las cosas, que revisen las declaraciones del gobierno del estado de Jalisco y que sobre ellas hablen”.
—¿Hay indicios a partir de los cuales se pudiera continuar el caso?
—Mire, brevemente los indicios son estos: La primera declaración fue que era fuego cruzado. Cuando el forense don Mario Rivas Souza, con 40 años de experiencia, examinó el cadáver y dijo, nada de fuego cruzado, fueron directísimos, entonces la segunda hipótesis fue confusión con El Chapo Guzmán, y la sostuvieron por mucho tiempo.
“De esta hipótesis, por ser segunda, desde luego quiere decir que ya estaban echando mentiras; la primera no se sostuvo, así que inventaron otra. De esta hipótesis la falla más grande fue que le echaron a los Arellano Félix la culpa de que ellos habían matado al Cardenal y que habían escapado en el avión a Tijuana.
“Entonces ahí cabe la pregunta: ¿por qué dejaron salir ese avión, por qué llegando a Tijuana no los agarraron si estuvieron dos horas en el aire? Y más absurdo aún, por qué a los Arellano Félix no los agarraron cuando llegaron a la Nunciatura (Apostólica para hablar con el nuncio Girolamo Prigione a fines de ese año 1993); ellos eran, ahí los tenían. Lo supieron las autoridades. Lo supo el procurador de entonces (Jorge Carpizo McGregor), lo supo el Presidente (de la República, Carlos Salinas de Gortari), pero no, no los agarraron al salir de la Nunciatura.
“Quiere decir que hay una intención de engaño. A lo largo de estos dos años que duró esta Comisión Interinstitucional hay una serie de irregularidades que están consignadas en el informe del Gobierno del estado de Jalisco. Amenazar, tratar de sobornar, sembrar testigos, todo eso está consignado ahí. Todo eso hace indicar que hubo complot y ahora hay un complot para tapar el complot. Gente interesada en tapar las cosas”.
Amenazas e intimidaciones
El cardenal Sandoval ha dado sólo unos minutos al reportero. Afuera, en la antesala, hay por lo menos dos docenas de fieles que desean hablar con él sobre asuntos de la Iglesia. Desde quienes desean que asista a una peregrinación, hasta otros que solicitan les envíe a un representante para la fiesta del pueblo, y demás.
—¿A quien intentaron sobornar?
—A los abogados del Gobierno del estado de Jalisco, también mis representantes.
—Su nombre.
—José Antonio Sánchez Ortega.
—¿Qué fue?
—Hable usted con ellos.
—¿Un cheque en blanco para que él le pusiera la cantidad que quisiera?
—Sí. Y a otros abogados que estaban trabajando en el expediente les hablaron a su celular y los amenazaron. También ahí está todo consignado.
Esto sucedió en Guadalajara, en el hotel Laffayette. Hasta ahí fue gente, presuntamente de la PGR, que rentó una habitación y nunca la utilizó. En tal espacio iban a entregar el cheque para que Ortega Sánchez dejara de presionar para abrir algunos espacios de la investigación.
El abogado José Antonio Ortega Sánchez, según consta en el expediente del caso Posadas, también fue amenazado por el secretario ejecutivo de la Comisión Interinstitucional, Javier García Avila.
Al respecto, se da testimonio de que el día que le tocó declarar a García Avila sobre el caso Posadas, como sucedió con el subprocurador José Luis Ramos Rivera, el cardenal Sandoval Íñiguez, el en el transcurso de la diligencia ministerial hubo un movimiento telúrico, razón por la cual todos los presentes en la actuación debieron bajar al patio central de la sede principal de la PGR.
Allí, abajo, García Ávila espetó al abogado representante del Gobierno de Jalisco y del cardenal Juan Sandoval: “Óyeme, hijo de la chingada, tú piensas que yo mandé matar al Cardenal, eso no se lo permito a nadie, me las vas a pagar”.
Este incidente fue hecho público ante los miembros de la Comisión Interinstitucional en una de las reuniones, en la cual también estuvo presente García Ávila, quien tampoco desmintió lo sucedido.
Veracidad de los testigos
—Usted habla de la "siembra de testigos". Bueno, ¿cuál es el testigo que puede tener la información más veraz?
—Hay muchos testigos que son veraces pero dicen poco. O sea que aquí (la hipótesis) se arma en base a un cúmulo de testimonios en que todos van coincidiendo. (Pero) Quienes saben cómo sucedieron las cosas son ellos. Ellos saben como están las cosas. La gente de fuera vio, pero no conocía a los asesinos.
Sandoval, vestido de traje negro y una camisa blanca de cuello Mao, añade: “Ellos (los testigos por él presentados) dijeron cómo eran, pero no los conocían, ni cómo se llamaban, quiénes eran. Sólo sabían que eran unos jóvenes y que ellos fueron los que dispararon. Entonces, los testimonios de la gente acá afuera no puede llegar a los autores intelectuales”.
Pero “lo que es muy interesante es analizar las declaraciones de los ‘testigos sembrados’, que dicen cosas muy interesantes. Hay que verlas, como diría, con ojo, con ojo muy crítico.
—¿Quiénes son ellos?
—El que estaba en Los Ángeles...
—¿Marco Enrique Torres?
—No, ese estaba en Chicago. No. Edgar quién sabe qué, El Gory, y ese otro al que trasladaron de la cárcel de Almoloya a la de Pachuca (Alfonso Ferráez Ruz). Y pidió dinero para declarar, que dice que es cubano, y dice una sarta de mentiras, pero es interesante porque dice muchas cosas y esas cosas coinciden con las que dicen otros testigos en particular, reiteradamente. Leyendo eso se pueden sacar muchas cosas.
—Suena interesante esto que dice usted. Que quienes saben cómo ocurrieron las cosas son ellos, la gente de la PGR. Y esto se puede armar con el asunto de lo de Harari.
—Si, claro.
—El subprocurador José Luis Ramos Rivera, en ese momento...
—El estaba en la PGR y él recibe la llamada de Harari. Entonces él sabe qué pasó.
Bien, gracias.
Sandoval se levantó, dando por terminada la entrevista, y solicitó que fuera conducida hacia el interior la siguiente persona que atendería.
Nada de los narcogenerales
Al ser cuestionado sobre la posibilidad escrita en una ficha de inteligencia militar, de la participación de los generales Francisco Humberto Quirós Hermosillo y Mario Arturo Acosta Chaparro en el operativo que privó de la vida al cardenal Posadas Ocampo, su sucesor Juan Sandoval Íñiguez dijo no saber nada.
—En lo que está en los expedientes, que creo que también los conoce usted, en la entrevista o declaración del general Gutiérrez Rebollo, él no hizo mención a esto. No dio nada, no lo declaró. Sí hizo mención de que estuvo en el lugar de los hechos algo así como media hora o 40 minutos después de que sucedieron. Eso es lo único que le puedo decir a usted, porque yo no tengo conocimiento de este asunto.
—Pero, ¿qué opina usted al respecto de esta información?
—Bueno, yo no sé quien la dará.
—Es un parte militar, entregado por inteligencia militar al Secretario de la Defensa.
—¿Cuándo le llegó (al secretario de la Defensa Nacional)?
—No sé, quizá en marzo de 1998.
—Pero tendría que haber una firma aquí. Yo no puedo decir si o no.
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