marzo 25, 2004

Los grupos de dinosaurios: Atlacomulco y Echeverría

Se realizaron sucesivas investigaciones,
entre ellas algunas contradictorias respecto
de sus conclusiones, dictámenes y peritajes.
¿Cuál es la verdad? ¿A quién creer?
Cada uno puede tener su conclusión favorita
y, en torno de ella, disponer de elementos para
respaldarla de acuerdo con alguna fase de
investigación de las fiscalías especiales. ¡Por favor!:
Luis Colosio Fernández, 10 de febrero de 2004


Reportaje especial
Asesinato de Colosio
Tercera de tres partes
Publicado en el diario El Independiente

Los hechos antes, durante y después del 23 de marzo de 1994 permiten presumir la posibilidad de una alianza para evitar la continuidad del proyecto salinista de reelección presidencial, y el ascenso de Ernesto Zedillo, propulsado por fuerzas políticas contrarias al famoso grupo compacto, como fueron los desplazados grupos Atlacomulco y Echeverría.
Antes de la selección del candidato hubo una fuerte lucha para evitar cambios constitucionales que permitieran la reelección directa; tras el 28 de noviembre la batalla fue por ver quién finalmente se quedaba con la candidatura presidencial e imponía su modelo de país, pero ¿qué sucedió tras el 23 de marzo? Los hechos podrían aclarar dudas.
Hubo grupos involucrados que desde distintas trincheras diluyeron las investigaciones iniciales y presionaron a los distintos fiscales cuando éstos comenzaron a jalar los hilos que conducían a los probables autores intelectuales. De esta forma fueron exonerados los grupos Tucan (Todos Unidos contra Acción Nacional), Omega y hasta el propio Estado Mayor Presidencial.
Las pistas del asesinato fueron borradas o alteradas en sus distintas etapas; Mario Aburto observó el video del asesinato y fue sacado de la delegación de la PGR en Tijuana antes de su primera declaración; semanas y meses después también fueron eliminados policías y agentes del Ministerio Público involucrados en la adulteración de hechos o que conocían demasiado y no se iban a callar.

Los dinosaurios

Ciro Gómez Leyva revela en su libro Ya vamos llegando a México (p.13) la conversación del 13 de febrero de 1995 con un criminólogo, quien le entregó un estudio grupal terminado el 30 de abril de 1994, cinco semanas después del asesinato de Colosio. "Según la investigación, se trata de la comunidad de políticos tradicionales aliados con el narcotráfico. Dinosaurios los llaman (…) Para apoderarse de la candidatura priísta a la Presidencia de la República, arrebatándole así el control estratégico del Estado mexicano al grupo político del presidente Salinas (…) Un genuino golpe de Estado contra el presidente Salinas, contra el salinismo, contra el rumbo estratégico de la vida nacional, impulsado por ellos y, sobre todo, contra la discreta política de exclusión de los dinosaurios", le indicó.
Este hombre mostró a Gómez Leyva algunos párrafos del estudio que fue conocido por los fiscales Miguel Montes y Olga Islas e incluso pudo llegar a Carlos Salinas. Ahí se decía que el asesinato de Colosio era el inicio de una guerra sucia para hacer abortar el Tratado de Libre Comercio para América del Norte, generando un proceso de desestabilización política "mediante nuevos atentados criminales a fin de crear una situación explosiva entre el 21 de agosto y el 1 de diciembre".
El criminólogo habló también de dos tiradores, del complot en Lomas Taurinas. Y 15 días después fue capturado Othón Cortés, quien apareció en Tijuana con una credencial del aeropuerto de la localidad, firmada por Alcides Beltrones Rivera, hermano del entonces gobernador de Sonora, y negó conocer a Domiro García Reyes, pese a haber sido quien condujo al jefe de la escolta de Colosio a la central aérea.
Desde el principio la hipótesis del fiscal Miguel Montes fue la del complot, suavizada por la frase "acción concertada", que mantuvo hasta el 30 de abril. La pregunta es ¿por qué cambió su hipótesis? Acaso porque al avanzar encontró que Córdoba Montoya y el futuro presidente estaban inmiscuidos junto con los grupos de dinosaurios o porque el jefe de la Oficina de la Presidencia indujo que otra línea de investigación debilitaría al Estado.
Personaje cercano a la familia Colosio, sin embargo, según Gómez Leyva, Montes advirtió a los colosistas: "Que quede claro, si esto es una conjura, yo estoy muerto."
El propio Montes había atajado la posibilidad de que Miguel Nazar Haro se hiciera cargo de las investigaciones cuando se lo planteó Carlos Salinas, según escribió en Ya vamos llegando a México:
-- Manlio (Fabio Beltrones) propone que Miguel Nazar Haro se haga cargo de la investigación policiaca --planteó Salinas de Gortari.
-- No, señor, eso no es conveniente. Nazar tiene dueño --zanjó Montes.
Hay muchos puntos poco claros que no fueron analizados por los fiscales. Entre otros,
¿Por qué mintieron Othón Cortés y el general Domiro García Reyes al asegurar que no se conocían?;
¿Quién ordenó que el grupo de seguridad de Fernando de la Sota actuara de forma paralela al Estado Mayor Presidencial?;
¿Por qué falsearon sus declaraciones De la Sota Rodalléguez y Alejandro García Hinojosa?;
¿Por qué el PRI local contrató a un grupo para hacer vallas en Lomas Taurinas, y q uién pagaba a Tranquilino Sánchez y Vicente y Rodolfo Mayoral;
¿Por qué Rodolfo Rivapalacio se presentó a cobrar antes del mitin de Lomas Taurinas un cheque por 50 millones de pesos en la sucursal Banamex de Playas de Tijuana?

El grupo Echeverría

Uno de los datos insuficientemente investigado es que Rosario Urrutia, esposa de José Córdoba Montoya, vivió en el fraccionamiento Colinas de San Javier, construido por Javier García Paniagua. La casa, donde vivía la esposa del franco-español-mexicano, era propiedad de René González Quirarte, uno de los brazos operativos del cártel de Ciudad Juárez, quien fuera encontrado muerto y descabezado en febrero de 2000 en la ciudad de Guadalajara.
García Paniagua fue miembro de la llamada vieja clase política o dinosaurios, la nomenclatura, mientras que su hijo Javier García Morales no sólo trabajó sino que fue hecho prisionero en Los Ángeles junto con Miguel Nazar Haro por el robo y tráfico de vehículos a México. Ha sido investigado por narcotráfico y actualmente se desempeña como secretario adjunto al presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Roberto Madrazo Pintado.
Además Córdoba fue impulsor del Grupo Empresarial de Occidente al frente del cual está el hoy senador Raymundo Gómez Flores, beneficiario del salinismo con la empresa camionera Dina, la Harinera MINSA y Banca Cremi, fue socio de Carlos Cabal Peniche en Banca Unión-Cremi. Este grupo lo completaron las empresas Lomelí comandadas por Arturo Lomelí y Salvador Martínez Garza de Mexlub.
Por su parte Fernando Gutiérrez Barrios y García Paniagua fueron directores de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) con Luis Echeverría, la Policía política del régimen, convertida en Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) por Miguel de la Madrid. Con ellos trabajó Manlio Fabio Beltrones, el único personaje que habló a solas con Mario Aburto la noche del 23 de marzo de 1994, antes de rendir su primera declaración y ser trasladado a la ciudad de México.
Además de no compartir el proyecto económico, la lucha entre Carlos Salinas y Luis Echeverría se recrudeció con la persecución y encarcelamiento del cuñado de este último, Rubén Zuno Arce, en Estados Unidos, acusado de narcotráfico.

El grupo Omega y De la Sota

Beneficiario del salinismo con Bancrecer, participante en los créditos irregulares del Fobaproa y dueños de empresas de transporte de pasajeros, el Grupo Toluca, de la familia Alcántara Rojas, se integró a la campaña de Colosio como lo hizo con otras en contiendas anteriores. En un principio como integrantes de la Cámara Nacional del Autotransporte, presidida por Roberto Alcántara Rojas, quien propuso apoyar con seis camiones equipados y dos transportes de fletes. Más tarde con el patriarca del grupo y ex senador Jesús Alcántara al frente de la Comisión de Financiamiento. Era padre de Roberto, José Carmen, Arturo y José Luis Alcántara Rojas, hoy cercanos a Arturo Montiel en la aventura política del estado de México.
Pero no fueron solos. También llevaron consigo al grupo civil de seguridad formado por Fernando de la Sota Rodálleguez, considerado por el gobierno de Estados Unidos como un asesino a sueldo ligado al cártel de Juárez, quien comenzó a trabajar con Alcántara en 1992, cuando Ignacio Morales Lechuga lo echó de la PGR.
Mucho se habló de las irregularidades cometidas por De la Sota en el caso Colosio. Pero poco se ha investigado sobre los demás sucesos donde ha estado presente y muestran la clase de personaje que es. Uno de ellos, el asesinato de Abraham Polo Uscanga, que relaciona también a los Alcántara.
En declaración jurada, el abogado Alberto Woolrich expresó que dos días antes de morir, su amigo, el magistrado Abraham Polo Uscanga, le dio a conocer que fue secuestrado y torturado; entre sus plagiarios reconoció a Fernando de la Sota, con quien tenía una rencilla que databa de siete años atrás.
El asunto estuvo así: Una vez nombrado Ignacio Morales Lechuga como procurador general de Justicia del Distrito Federal invitó a trabajar como subprocuradores a su paisano Polo Uscanga en Averiguaciones Previas y a Enrique Fuentes León en Procedimientos Penales, así como a De la Sota como jefe de la Policía Judicial capitalina. Inconforme por los nombramientos, Polo renunció. Sin embargo Morales rectificó y mientras Fuentes León se quedó sin trabajo en el servicio público, De la Sota fue designado jefe de la Policía Judicial en la Miguel Hidalgo por el delegado de la PGJDF, Federico Ponce Rojas, hasta donde lo persiguió Polo con una consignación por extorsión que no se cumplimentó por órdenes de Morales.
Según la versión de trabajadores nocturnos, De la Sota estuvo en el Bar Jemma la madrugada del 20 de junio de 1995, lugar ubicado frente a las oficinas donde fue encontrado el cadáver del magistrado. El arma que le dio muerte fue un revólver brasileño Taurus calibre 38, semejante al que victimó a Luis Donaldo Colosio y arma preferida por De la Sota.
De acuerdo con la declaración de Felipe Victoria Zepeda, quien trabajó con Abraham Polo Uscanga, la muerte del magistrado derivó de los consejos dados al que fuera secretario de Transportes y Vialidad, Luis Miguel Moreno Gómez (también muerto en abril de 1995), para hacer caso omiso a las presiones de su jefe y "obstaculizar el gran negocio que querían hacer personas allegadas a Óscar Espinosa Villarreal, de apellido Alcántara Rojas (Jesús y Roberto), apoderándose de la concesión del transporte urbano de pasajeros" en la ciudad de México.
El propio Victoria Zepeda destaca la participación de El comandantazo o Grandote De la Sota en el Operativo Noticia realizado el 30 de mayo de 1984, cuando miembros de la Dirección Federal de Seguridad ejecutaron al periodista Manuel Buendía Téllez Girón, por órdenes inmediatas de José Antonio Zorrilla Pérez. Además, el testigo protegido de la Drug Enforcement Administration (DEA), Marco Enrique Torres, también implica a De la Sota en el crimen contra el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo el 24 de mayo de 1993.
Por su parte el ex cónsul de México en San Antonio, Humberto Hernández Haddad, envió mensajes a la cancillería comandada por José Ángel Gurría, donde explicaba la existencia de una "relación voluntaria o involuntaria entre José Córdoba Montoya, Marcela Bodenstedt, Enrique Fuentes León (identificado por la DEA como abogado del cártel del Golfo), el ex diputado Manuel Muñoz Rocha y Juan García Ábrego".
Además "desde 1992 el Departamento de Justicia, a través de su oficina en San Antonio, ha establecido reservas sobre el connacional Fernando de la Sota Rodalléguez, quien vino entonces a esta ciudad como comisionado de la PGR para investigar al cártel de Juárez" a petición de la entidad estadounidense, que tras darle todos los detalles de un operativo confirmó sus sospechas. Tras este hecho, ahora sí fue corrido por Morales Lechuga.
Fernando de la Sota terminó como integrante del Estado Mayor Presidencial y de Seguridad del presidente Ernesto Zedillo en 1995.

El grupo Atlacomulco

Apenas fue designado candidato sustituto Ernesto Zedillo, el jefe del clan Atlacomulco y en ese entonces secretario de Agricultura y Recursos Hidráulicos, Carlos Hank González, operó el apoyo de la llamada vieja clase política para el nuevo abanderado del PRI, desde las mismas oficinas de la dependencia a su cargo. Y sus cercanos pronto coparon los primeros niveles de la política: Ignacio Pichardo Pagaza fue traído de la embajada de México en España para hacerse cargo de la coordinación general de la campaña y pese a no contar con los méritos suficientes, Humberto Benítez Treviño fue nombrado procurador general de la República en reemplazo de Diego Valadés; finalmente Óscar Espinosa Villarreal fue reafirmado en la Secretaría de Finanzas.
Benítez fue acusado por Mario Ruiz Massieu de haber desalojado a sus colaboradores con lujo de violencia y armas largas de las oficinas donde despachaba como subprocurador, en las cuales dejó unas carpetas donde José Francisco Ruiz Massieu tendría el detalle de los acontecimientos de 1994 hasta el día de su muerte.
Tras el triunfo de Zedillo en las elecciones del 21 de agosto de 1994, Pichardo Pagaza fue nombrado presidente del PRI y María de los Ángeles Moreno llegó a la Secretaría General a la muerte de José Francisco Ruiz Massieu; ambos fueron acusados por Mario Ruiz Massieu cuando denunció que "los demonios andan sueltos" y desde la sede del partido y el Congreso de la Unión obstaculizaban la integración de las averiguaciones en torno al asesinato de su hermano, en colaboración con Benítez Treviño.
Con estos acontecimientos, la prevalencia de los grupos ligados a José Córdoba y Atlacomulco en el gabinete de Ernesto Zedillo fue marcada:
Pichardo Pagaza arribó al gabinete como secretario de Energía, Minas e Industria Paraestatal.
Continuó como secretario de la Sedesol Carlos Rojas Gutiérrez, quien fuera director de Finanzas y Administración en el hipódromo de Agua Caliente de Jorge Hank Rohn, de 1985 a 1988; vicepresidente de Finanzas de 1985-86 y de Relaciones Públicas de 1987-88, y presidente y consejero 88-90 del Instituto Mexicano de Finanzas de Tijuana, y
Óscar Espinosa Villarreal fue designado regente de la ciudad de México.
La fuerza del grupo Atlacomulco fue evidente en los primeros meses, cuando negociada la salida de Roberto Madrazo como gobernador de Tabasco por Esteban Moctezuma y el PRD, el actual presidente del PRI se acercó con su maestro y padrino Carlos Hank y desde la Hacienda Don Catarino se fincó su permanencia. Fue la primera gran derrota de Esteban Moctezuma, quien dejó la Secretaría de Gobernación a otro integrante del clan del estado de México, Emilio Chuayffet, en junio de 1995. -

marzo 24, 2004

José Córdoba Montoya, el gran intrigante

Con Donaldo se cometió un crimen
que se supone estaba desechado
de nuestra historia y cuya comisión
no debería repetirse en el escenario
de la lucha por el poder, como sucedía,
lamentablemente, al principio del siglo pasado:
Luis Colosio Fernández, 10 de febrero de 2004,
en el homenaje a Luis Donaldo Colosio


Reportaje especial
Asesinato de Colosio
Segunda de tres partes
Publicado en el diario El Independiente

El padre de Luis Donaldo Colosio Murrieta fue muy directo en marzo de 1995, al cumplirse un año de la muerte en Lomas Taurinas, Tijuana, del candidato del Partido Revolucionario Institucional a la Presidencia de la República.
-- Ojalá que cuando (la investigación) llegue a Córdoba (el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León) no se eche para atrás".
Ante tal señalamiento, la corroboración pedida por el reportero de El Imparcial de Hermosillo llevó al hoy Senador de la República a confirmar:
-- ¿Córdoba, don Luis? ¿José Córdoba Montoya? ¿Usted cree que él pudo haber planeado el asesinato?
-- Creo que él tuvo mucho que ver.
A petición de Luis Colosio Fernández la entrevista realizada el 21 de marzo fue publicada el 24, con el resto de las noticias sobre el primer aniversario del magnicidio; quizá pasó desapercibida.
El hispano-franco-mexicano convertido en Jefe de la Oficina de la Presidencia durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, fue constantemente señalado de haber exigido la renuncia a Luis Donaldo Colosio, incluso con una llamada a Culiacán la mañana de aquel fatídico miércoles 23 de marzo.
En respuesta a una entrevista solicitada por el diario Reforma, el 10 de octubre de 1994 José María Córdoba Montoya protestó por escrito: "Es un disparate y un infundio sugerir que yo le hubiera podido pedir a Colosio renunciar a su candidatura. Simplemente ese hecho no ocurrió".

La intriga

Pero es claro que a la muerte de Colosio hubo beneficiarios. Ellos fueron el futuro candidato y presidente de la República y los grupos político-económicos que lo arroparon.
En medio de la serie de intrigas oficiosas sobre la debilidad del candidato presidencial, se desvió la atención de la opinión pública hacia el distante apoyo ofrecido desde Los Pinos a la campaña, pero más todavía hacia el activismo de Manuel Camacho Solís, a quien al darle un cargo ad honorem como Comisionado para la Paz y la Concordia en Chiapas, Carlos Salinas de Gortari lo habría puesto en la palestra como sustituto.
Sin embargo, en la vorágine de los acontecimientos propiciados por el levantamiento armado en Chiapas, los atentados terroristas como el de Plaza Universidad, las multitudinarias protestas populares en las principales ciudades del país y los riesgos de desestabilización económica propiciados por el secuestro de los empresarios Alfredo Harp Helú y Ángel Lozada, pocos advirtieron que en realidad eran dos los probables reemplazos.
Además, las confabulaciones al interior del equipo de campaña tampoco eran tema menor. Por aquellos días Ernesto Zedillo Ponce de León iba a ser relevado en la coordinación de la campaña por la fractura de sus relaciones políticas y personales con los llamados colosistas, pues únicamente se había dedicado a servir de enlace entre el candidato y la Presidencia de la República, y no necesariamente con Carlos Salinas.
Aunado a este hecho, Colosio habría decidido que el "jefe" y principal impulsor de Zedillo, José Córdoba Montoya, "trabajará en el gobierno hasta el 30 de noviembre" de ese 1994. Ya había un rompimiento de Colosio con Córdoba que todo lo obstaculizaba.
Todos debían pasar a confesarse con Córdoba antes de ver a Salinas desde la época cuando trabajaron en la Secretaría de Programación y Presupuesto, y a pesar de las deferencias de Salinas hacia Colosio, no era la excepción. Es decir, no había comunicación directa entre el candidato y el presidente.
En el contexto de las pugnas entre los diferentes grupos políticos, Emilio Gamboa Patrón también habría quebrado su relación con Salinas debido al protagonismo de Camacho. "Para a Manuel", le habría dicho y el Presidente respondió: "Dile a Colosio que se encargue del partido y que yo me encargo de Camacho".
Cercano al Jefe de la Oficina de la Presidencia, según el diario Reforma del 31 de octubre de 1995, el ex titular de Comunicaciones y Transportes, Emilio Gamboa fue uno de los primeros en conocer el 20 de marzo de boca de Colosio el nombre de quienes reforzarían el equipo: "Me voy a jalar a Santiago Oñate, a Fernando Elías Calles y a José Francisco Ruiz Massieu".
Era claro que alejado de la coordinación, Zedillo no sólo se despedía de la posibilidad de una candidatura sustituta, sino también se perdía todo contacto de José Córdoba Montoya con la campaña presidencial y su influencia en las políticas del casi seguro nuevo gobernante, pues le metían en medio a dos personajes lejanos a él, uno de ellos enemigo acérrimo igual que Camacho, el ex gobernador de Guerrero, Ruiz Massieu.
Oñate tomaría el lugar de José Luis Lamadrid como secretario general del PRI. Con este movimiento Colosio proyectaba recuperar el control político de la campaña. Además, Óscar Espinosa Villarreal iba a ser sustituido como secretario de Finanzas por el vocero Liébano Sáenz y Ramiro Pineda subiría a la vocería.
Pero el día anterior al hecho relatado, el 19 de marzo, Colosio recibió una vehemente carta firmada por su coordinador de campaña, Ernesto Zedillo. La misiva parece escrita con toda intención: Dañar la imagen de Manuel Camacho Solís, asumirse leal a Colosio e intrigar contra el entonces presidente Salinas. El documento, observado a detalle, justifica un rompimiento. Aquí tres párrafos de él:
"No obstante lo ocurrido el pasado 28 de noviembre, Manuel Camacho --antes o después del 1 de enero-- decidió continuar jugando un papel protagónico en la política nacional y ha actuado con un plan muy preciso para cumplir con ese objetivo, aprovechando y cultivando en todo momento las nuevas prioridades del Señor Presidente".
"Insisto, mi propuesta de celebrar este pacto (con Salinas) es independiente de mi admiración y agradecimiento por el Señor Presidente. Es una recomendación elemental, yo diría de libro de texto, de estrategia política".
"Créeme que estoy profundamente convencido de lo que te expreso. En mis recomendaciones no hay interés personal alguno. Simplemente creo que es lo mejor para México".
No debemos olvidar que fue Córdoba quien avisó a Camacho de la decisión del partido de elegir a Colosio. Los enterados dicen que el mensaje fue más o menos así: "Me pide el Presidente que te informe que el candidato del partido es Colosio; a veces estas decisiones no son las más acertadas. Igual que tú, yo esperaba que esta decisión fuera en otro sentido y creo que el mejor hombre eras tú".
La forma como fue transmitido el mensaje aquel 28 de noviembre de 1993 permite aventurar que literalmente fue el alter ego de Salinas quien "aceleró" a Camacho.
Sin embargo, al entregar esa carta, Ernesto Zedillo seguramente no se encontraba al tanto de que el día 16 de marzo Colosio y Camacho se reunieron a cenar en la casa de Luis Martínez Fernández Martín del Campo, amigo común, donde zanjaron sus diferencias, y presumiblemente hicieron un pacto democrático para trabajar hacia reformas de carácter institucional y estructural, pues ambos estaban convencidos de que el rumbo del país debía ser matizado en las políticas públicas, debido a la cuestionada efectividad del modelo económico neoliberal.
Ambos estaban concientes de que era muy importante generar recursos para toda la población a fin de dinamizar al mercado interno, al contrario de la propuesta neoliberal que pretende generar recursos para las grandes empresas con la expectativa de que se rieguen al resto de la estructura piramidal como una cascada. Destacaban que el Estado debía invertir en educación e infraestructura.
Ese pacto tuvo su momento culminante cuando el día 22 Camacho anunció en conferencia de prensa que declinaba buscar la candidatura: "Entre buscar una candidatura a la Presidencia de la República y la contribución que pueda hacer al proceso de paz en Chiapas, escojo la paz".
Colosio transmitía su gozo la semana antes del asesinato, escribió Roberto Zamarripa en Reforma, tras el relato de unos pasajes de los últimos momentos del candidato en Culiacán, presumiblemente contados por Heriberto Galindo. Para aquella época Camacho estaba "jalando", faltaba hablar con el presidente Salinas, realizar los movimientos estratégicos alrededor de la estructura de campaña en el PRI, palomear las listas de los candidatos a diputados y senadores --que se haría en una primera fase, durante la Semana Santa--, encontrarse con el candidato del PRD (Cuauhtémoc) Cárdenas a través de Andrés Manuel López Obrador con quien había cenado para solicitar el puente, y entre otras cosas buscar a los (hijos de Manuel) Clouthier.
Colosio estaba feliz porque la alianza se recomponía a partir de las últimas decisiones que había tomado, una de ellas de no agredir a Camacho, la que le había salido bien porque ahora el propio Comisionado para la Paz lo iba a fortalecer.
Al respecto, escribe Zamarripa: "La semana que precedió al asesinato era de arreglos. ¿Quién estaba interesado en descomponerlos?".

Preguntar a Zedillo

El pasado 10 de febrero, Luis Colosio Fernández dijo que el asesinato de su hijo se dio en un evidente clima de deterioro de la relación con Carlos Salinas de Gortari, pero fue desmentido al día siguiente por el ex presidente, quien lanzó un strike con mucha jiribilla: "Sería bueno preguntarle al que mandó la carta por qué expresaba esas cosas en la misiva. Yo creo que aquí, más que preguntarme a mí qué opino sobre ella, hay que preguntarle al que la escribió... algo que me llama la atención es la fecha de la carta, el 19 de marzo... es decir, en esas fechas el candidato Colosio había decidido hacer cambios a su equipo y entre los cambios estaba el del coordinador de su campaña".
Sobre la posibilidad de que Manuel Camacho fuera un candidato alterno, Salinas dijo que "no había ninguna posibilidad de un candidato alterno, lo dije en un discurso ante todo el priísmo del país con aquella frase en términos coloquiales para que no se hicieran bolas".
Este contexto permite entender que Córdoba siempre tuvo un candidato: Zedillo. Y que si no lo pudo llevar a la candidatura, lo puso detrás de Luis Donaldo Colosio como coordinador de campaña con la posibilidad de sustituirlo como sucedió en Colombia en 1989, a pesar del sonorense que pensaba nombrar ahí a Carlos Rojas Gutiérrez, y que Zedillo había sido siempre un hombre de oficina, sin ninguna experiencia en el campo de la política de masas.
En febrero de 1989 César Augusto Gaviria Trujillo dirigió la campaña presidencial del precandidato liberal Luis Carlos Galán Sarmiento, senador y líder de la facción Nuevo Liberalismo comprometida con la lucha contra el narcotráfico y la corrupción en Colombia. Pero el 18 de agosto de 1989 Galán fue asesinado durante un mitin en la localidad de Soacha, Cundinamarca, por sicarios presuntamente contratados por el cártel de Medellín. Gaviria entonces reemplazó a Galán y llegó a la Presidencia de aquella Nación.
Regresando a México, Córdoba sugirió al candidato del PRI que integrar a Rojas Gutiérrez podría entenderse ante la opinión pública como un avasallamiento del gobierno en contra de los otros candidatos y quién era mejor que el entonces subsecretario para cubrirle las espaldas en Sedesol.
Además, el político sonorense solicitó a Rafael Reséndiz como vocero de la campaña y fue otra vez Córdoba quien le sugirió que fuera Liébano Sáenz, político que se ubicó en el sexenio pasado como el Córdoba Montoya de Ernesto Zedillo.
Así, con Zedillo detrás del candidato, Córdoba tuvo gran incidencia en las decisiones de la campaña y, posteriormente, en la designación de su protegido como candidato sustituto antes de ser desterrado por Salinas como representante de México ante la OCDE.

Quiebre Salinas - Córdoba

Dentro del llamado contexto político que no fue investigado lo suficiente por las distintas fiscalías para el caso, hay un momento que nadie ha sabido explicar y, tampoco hay quienes hayan querido ahondar sobre la posibilidad de un fuerte rompimiento entre Carlos Salinas y los grupos de poder que representaba o aún representa José Córdoba Montoya.
Sobre todo, cuando muchas voces al interior del gobierno de Zedillo expresaron que la salida de capitales propiciadora del error de diciembre de 1994 fue operada por Carlos Salinas y sus alianzas con el gran capital, y la respuesta de su sucesor fue la encarcelación de Raúl Salinas.
En su defensa pública, Salinas destacó su combate a los grupos políticos, económicos y del narcotráfico contrarios a su proyecto de país; sin embargo, evitó decir que bajo su protección otros crecieron de forma inconmensurable.
Uno de ellos, el que bajo la sombra de Salinas forjó José María Córdoba Montoya en Jalisco. Escasamente también se ha documentado la posibilidad de una alianza cordobista con el grupo Atlacomulco y, probablemente también el de Luis Echeverría, para llevar a la presidencia de la República a su favorito, cuando además de Colosio, el resto de los contendientes con verdaderas posibilidades de ser impulsados no pertenecían siquiera lejanamente a estas dos familias. Eran, uno netamente salinista, Pedro Aspe y el otro difícil de controlar, Manuel Camacho.
Ya en la presidencia Zedillo se encargó de que la opinión pública se olvidara del ex candidato asesinado. ¿Recuerdan aquella frase de Zedillo: "No arrastremos el cadáver de Colosio"?...

marzo 23, 2004

Proyecto de reelección salinista, el motivo político

Yo no puedo faltar a la convocatoria de lucha
que Luis Donaldo siempre representó;
por eso les pido que esta jornada nacional
lo sea por el recuerdo de Luis Donaldo
y lo sea también por una demanda de justicia:
Luis Colosio Fernández, 10 de febrero de 2004

Reportaje especial
Primera de tres partes
Publicado en el diario El Independiente
El crimen de Luis Donaldo Colosio el 23 de marzo de 1994 ocurrió en medio de una habitual y profunda lucha por el poder entre grupos de diferente filiación ideológica al interior del Partido Revolucionario Institucional, profundizada por la megalomanía de Carlos Salinas de Gortari y su proyecto de reelección presidencial.
Desde su exilio en el extranjero, el ex presidente Salinas manifestó en su defensa de diciembre de 1995 que el año anterior se había desarrollado una “tremenda lucha por el poder” y el debate en torno al magnicidio era por la diferencia de proyectos políticos, ya que el sonorense significaba su continuidad.
La alternancia en el poder entre los distintos grupos políticos en el PRI se había dado de manera casi natural hasta la llegada de Salinas de Gortari, quien como lo muestran las crónicas de su ascenso presidencial, tenía un proyecto económico-político-financiero transexenal, ideado por su padre Raúl Salinas Lozano y operado por él desde su estadía en la Secretaría de Programación y Presupuesto.
José Ángel Gurría prometió a un grupo de empresarios japoneses en diciembre de 1993, que mantendrían el poder por 25 años, de los que ya habían transcurrido cuatro y quedaban tres sexenios de auge para un reducido grupo de políticos, empresarios y la propia familia Salinas de Gortari.
Una relación de hechos durante el gobierno de Salinas de Gortari advierte que la reelección siempre estuvo en la mente del ex mandatario y cómo fuerzas políticas de diferente filiación ideológica en el seno del propio PRI pusieron un alto a sus pretensiones, impulsadas por los usuales peones de la estructura clientelar y corporativa del entonces partido hegemónico.

La reelección posible

Salinas de Gortari filtró la posibilidad de hacer modificaciones a la Constitución General de la República cuando a partir de las encuestas, a mediados de 1991, supo que tendría mayoría en el Congreso de la Unión.
A 10 días de las elecciones federales intermedias del 18 de agosto, la Asociación de Comerciantes de La Laguna, AC (Acolac), hizo publicar un desplegado periodístico con motivo de una visita de Salinas a Torreón, la zona Lagunera que había sido bastión cardenista en 1988. En él, sus miembros solicitaban una audiencia presidencial para “plantear los fundamentos políticos, sociales, históricos y económicos” para modificar el artículo 83 de la Carta Magna que anula la reelección presidencial.
Alejandro Méndez Romandía, entonces presidente de la Acolac, declaró que en su pretensión eran apoyados por “elementos muy valiosos y muy conocedores del quehacer político”, cuyos nombres no quiso dar a conocer en ese momento.
Pero el 29 de agosto, la Secretaría de Gobernación, dirigida por Fernando Gutiérrez Barrios, respondió en un comunicado que “no se propondrá modificación alguna en esta materia”. Ignacio Ovalle, secretario técnico del Consejo Político del PRI, afirmó que su partido no apoyaría ninguna propuesta reeleccionista, aunque desde el desaparecido PFCRN, el diputado Jorge Amador, “a título personal”, expresó la conveniencia de pensar en el principio de no reelección.
Crónicas de La Jornada y El Financiero hicieron notar que reporteros desconocidos en las fuentes de la CTM y el PAN, quizá enviados con toda intención, plantearon el tema con insistencia los días 26 y 27 de agosto a Fidel Velázquez y al entonces diputado Felipe Calderón. Como resultado de las elecciones intermedias el PRI, presidido por Luis Donaldo Colosio, tendría más de las dos terceras partes del Congreso en sus manos y la posibilidad de plantear reformas constitucionales.
Entrevistado en 1996, Alejandro Méndez Reyes, analista en la Dirección General de Financiamiento para la Vivienda y Desarrollo Urbano de la Sedesol en el periodo de Colosio, y sobrino de Méndez Romandía, de la Acolac, expresó que el estudio para modificar el artículo 83 se hizo del conocimiento de todo el gabinete y de los legisladores. Por ejemplo, “el secretario de Marina, Luis Carlos Ruano Angulo, contestó que continuáramos el proyecto, que él lo iba a estudiar. Lo mismo hizo Ignacio Morales Lechuga, en ese entonces procurador general, y también nos reunimos con gente del gabinete de Manlio Fabio Beltrones en Sonora”.

Segundo intento

Contó Méndez Reyes que tuvo conocimiento de que en Acapulco, durante una reunión, Manuel Camacho Solís lo comentó con José Francisco Ruiz Massieu y mientras Camacho se opuso rotundamente, Ruiz Massieu no quería dar su punto de vista. Entre otros presidenciables estuvieron Ernesto Zedillo, quien se mostró ajeno; Pedro Aspe se interesó y Colosio se mostró prudente en ese momento.
En entrevista publicada por Excélsior el 18 de junio de 1992, Salinas comentó que “a raíz de la elección de agosto de 1991 y del buen desenvolvimiento general del país, voces diversas han planteado este tema”.
Entre algunos políticos del sector oficial que se pronunciaron a favor de la reforma estuvieron los líderes nacionales de la CROC, Alberto Juárez Blancas, y de los Pequeños Propietarios, el extinto Jesús González Gortázar. Este último dijo: “En un país democrático la reelección es una posibilidad siempre abierta al pueblo. Una verdadera democracia debe permitir que aquellos que lo han hecho bien, vuelvan a tener una oportunidad de servir al pueblo... Ahora que está cambiando todo, que nos estamos modernizando, esta es una opción abierta al pueblo...”.
En ese ánimo, el 24 de agosto de 1992, en Acapulco, la representante vecinal Cecilia Dávila aseguró a Salinas que “si volviera a haber una reelección en México, los guerrerenses lo volveríamos a elegir a usted”. Y Tod Robertson, reportero de The Washington Post, expresó en un reportaje sobre una gira que Salinas realizó por Oaxaca a fines de agosto que “por la manera como promueve el Pronasol y si la reelección no estuviera prohibida en México, podría presumirse que el presidente Carlos Salinas está candidateándose para ocupar la silla presidencial otros seis años”.
Más adelante, el intento de reelegirse como gobernador en San Luis Potosí de Gonzalo Martínez Corbalá, al renunciar a la gestión interina y promoverse a la gubernatura constitucional, fue considerado “como un laboratorio para ver qué reacción hay sobre una posible reelección presidencial en 1994, a pesar de que se han expresado intenciones de no hacer reformas”, destacaron líderes de la oposición.
Analistas políticos consideraron que impulsar a Martínez Corbalá, quien fuera jefe de Salinas en los inicios de éste en la administración pública, era un mensaje muy sutil en la ciudad donde Francisco I. Madero pronunció su revolucionario Plan de San Luis, basado en la frase “Sufragio efectivo. No reelección”.
Ante la discusión pública del tema, el 16 de octubre de 1992 el líder de la Cámara de Diputados, Fernando Ortiz Arana, sentenció que a través de sus fracciones parlamentarias, el PRI “impedirá cualquier intento de modificar el artículo 83 constitucional para permitir la reelección”.
Añadió el legislador, quien a la muerte de Colosio se candidateó desde la misma presidencia del PRI para sucederlo: “Hay un condenable oportunismo en quienes por carencia de propuestas serias a la nación, buscan provocar inquietud para de ello sacar ventajas".
En aquellos días también se formó el Frente Antirreelecionista Nacional compuesto principalmente por grupos de la ultraderecha como el Yunque, el DHIAC, Acción Católica Mexicana y otros con presencia en el Partido Acción Nacional.
Finalmente Martínez Corbalá se retiró de la contienda como candidato a gobernador. Federico Arreola, quien después vituperó a Salinas y se dijo colosista, escribió (El Norte, 19/10/92): “El viernes pasado concluyó una polémica. Atribuyéndole pretensiones reeleccionistas se criticó tan duro como injustamente a Salinas, que en este caso resultó la víctima de su propio éxito. Ocurrió así por el hecho de que no pocas personas, y nosotros nos incluimos en este grupo, han señalado que debido a su magnífico trabajo, Salinas debería permanecer durante un periodo más en el puesto que actualmente ocupa".
El 29 de octubre Salinas dio por terminada la campaña reeleccionista ante legisladores, al reiterar que no promovería ninguna modificación al artículo 83 constitucional.
Y no sólo mandó tapar el cuadro de Venustiano Carranza en el salón que lleva el nombre del jefe del Ejército Constituyente en Los Pinos con uno de Francisco I. Madero, sino que llevó una ofrenda floral a la estatua de éste en la explanada central de la residencia oficial, con un listón morado y el lema: “Sufragio efectivo. No reelección”.
Recordó Alejandro Méndez Reyes: “Víctor Chávez me entrevistó en El Financiero (8/10/92) y le dije que estaba en la Sedesol. A partir de ello se armó un escándalo interno, pero Colosio no me reprimió. Considero que a partir de ese hecho pudo haberse fraguado la candidatura de Colosio, como el más fiel porque, posteriormente, se hizo una reunión entre secretarios de Estado a los que Salinas les preguntó que cómo veían la posibilidad de que se reeligiera y mientras Camacho se opuso rotundamente, Colosio le dijo que estaba de acuerdo”.

Díaz y obregón a la distancia

El proyecto salinista de reelección buscó por otro método. Si Manuel González le regresó el poder a Porfirio Díaz en 1884 --y se fue a gobernar Guanajuato hasta su muerte nueve años después-- y Plutarco Elías Calles lo haría con Álvaro Obregón si no hubiera mediado el asesinato del general sonorense, ¿por qué Colosio no se lo habría de retornar en 2000?
En 1995 declaró el economista Carlos Heredia, entonces dirigente del Grupo Pueblo: “La idea de él era tener, junto con su grupo, participación en las decisiones del país en este sexenio y volver en el año 2000, con base en su poder financiero enorme, fundado en su asociación con el capital financiero. De momento, este proyecto salinista tiene un obstáculo (había sido detenido Raúl Salinas y Carlos había salido del país), pero no está liquidado, no está enterrado. Ha habido un arreglo con el gobierno actual y ese proyecto puede emerger de nuevo, en la disputa del poder".
Esta hipótesis la compartía también el entonces senador del PRI y hoy gobernador de Zacatecas por el PRD, Ricardo Monreal, quien el 2 de agosto de 1995, en sus oficinas en Insurgentes y Violeta, expresó que “cada presidente quiere que su proyecto trascienda más allá de lo sexenal. Echeverría fue el último. Por lógica del poder, por tradición histórica, el poder los lleva a desubicarse de su expectativa real y quieren trascender”.
En el caso de Salinas, el ex presidente “concibió trascender más allá de lo sexenal como un nuevo reformador del Estado mexicano con la conformación de un nuevo partido, y ese partido pudo ser el Partido Nacional de la Solidaridad, el Partido Nacional Democrático o alguna más de sus ideas”.
A consideración de Monreal, “el proyecto salinista comenzó durante el cuarto o quinto año de su permanencia en la Secretaría de Programación y Presupuesto, que es desde donde lo promueve. Es un proyecto neoliberal, neoconservador, más cargado a la derecha.
“Y él pensó que Colosio, al que formó, le iba a hacer todas las reformas requeridas para devolverle la estafeta uno o dos sexenios después (…) En 1991 el proyecto ya estaba muy consolidado porque verdaderamente el país estaba ya en otras condiciones, muy diferentes a cuando lo tomó. La inflación bajó a un dígito, se liberaron los préstamos, todo se veía con otra perspectiva. El sector empresarial estaba fuerte y rico. Pero un sector importante del priísmo siempre rechazó la idea de la reelección. Creo que los mismos hechos lo fueron transformando y se convirtió en un presidente duro, autoritario, fuerte, que no vacilaba en tomar decisiones".
En una encuesta publicada en 1992 por el Instituto Mexicano de Opinión Pública (IMOP), dirigido por Adip Sabag, se estableció que entre los habitantes del país había la percepción de que un intento reeleccionista le podría costar la vida a Salinas.
Pero no le sucedió lo que a Álvaro Obregón porque simplemente Colosio no llegó a ocupar el lugar que tuvo Plutarco Elías Calles. El llamado Jefe Máximo de la Revolución fue presionado por el verdadero artífice de los cambios, Álvaro Obregón, para realizar modificaciones a la Constitución de 1917 que le permitieran retornar a la Presidencia en 1928. Calles, además, promovió persecuciones contra posibles candidatos como Arnulfo R. Gómez, por el delito de sedición, para que Obregón llegara como único aspirante a la Presidencia.
Sólo que en su intento por conseguir la reelección, Obregón pagó con su vida a manos de José de León Toral, fanático de la Iglesia católica. Aquellos años la Guardia Nacional Cristera luchaba para lograr la derogación de las leyes antirreligiosas por lo que seguidores católicos en el Bajío y Jalisco se levantaron en armas.
Como parte del clima sobre la posibilidad de la reelección, metida también al debate público a pesar de los violentos acontecimientos de 1994, ese año Televisa transmitió la tercera de una serie de novelas históricas dirigidas por Ernesto Alonso: El Vuelo del Águila, con argumento del historiador Enrique Krauze sobre la vida y obra de Porfirio Díaz, y el matiz indicado para reconocer a quien por décadas se le consideró como un terrible dictador, “como un héroe y constructor del progreso que llevó a México a la modernidad del entonces naciente siglo XX, y cuya coyuntura histórica e ideales lo anclaron en el poder”...

marzo 16, 2004

La noche que Paredes liquidó a Gordillo

Publicado en el diario El Independiente

La intervención de Beatriz Paredes en la discusión para no votar una reforma fiscal y sólo hacer modificaciones a la Ley de Ingresos, ocurrida la noche del 18 de diciembre pasado, marcó la derrota de Elba Esther Gordillo como brazo operador del presidente Vicente Fox en la Cámara de Diputados porque “el PRI no tiene que pagar el costo político por la incapacidad del Gobierno del Cambio”. Era su última oportunidad para cumplir los aparentes compromisos que tenía para comenzar a cosechar los de su proyecto personal; pero sin argumentos suficientes ya no pudo contener la embestida.
Aquella reunión que terminó durante la madrugada del viernes 19, “
pudo ser de repercusiones graves para el Partido Revolucionario Institucional de cara a las elecciones de 2004, si se hubiera aprobado la miscelánea fiscal como la presentó el Ejecutivo”, pero Paredes les habló fuerte. Les dijo que en la víspera de un año electoral no debían hacer el trabajo sucio al gobierno y quedarse con el descrédito cuando era evidente que Vicente Fox no tenía ninguna intención de realizar una distribución federalista de los recursos fiscales.
En un documento interno del PRI (por los logotipos) sin carátula, se remarca que “nuestro instituto no debe perder los objetivos de un partido político, entre ellos la representación de la sociedad en el Congreso”, pero sobre todo, recuperar “la confianza de la población en una política seria, mesurada y de cara a sus problemas”.
Así, la solicitud de licencia para separarse del cargo, presentada ayer por Gordillo, representa sólo una maniobra con el fin de recobrar fuerzas como secretaria general hacia el seno del PRI, y no dejar las manos libres al presidente Roberto Madrazo, ahora que con la destitución de sus colaboradores perdió su influencia en la Cámara de Diputados.
En este punto es importante recordar que cuando Gordillo llegó a la Secretaria General del PRI inició una serie de acercamientos con el Gobierno, el cual la consideró como el elemento legislativo clave para llevar adelante la posibilidad de allanar el camino, con el fin de aprobar las llamadas reformas de segunda generación.
El ex canciller Jorge G. Castañeda convenció a la lideresa de los maestros de apoyar al presidente en este tema. Fue el momento cuando la maestra inició una serie de reuniones con Guillermo Ortiz, Francisco Gil y Eduardo Sojo con la finalidad de diseñar una estrategia ideológica para supeditar los puntos programáticos del PRI y justificar ante la opinión publica la urgente necesidad de modernizar al Estado y consolidar el modelo económico neoliberal, pese a que su bandera durante las elecciones internas del tricolor fueron precisamente en sentido contrario.
Sería el segundo intento de la administración del cambio de lograr los consensos, ya que lo habían intentado en la legislatura saliente, pero la presidenta de la Cámara y coordinadora de la fracción priista, Beatriz Paredes Rangel, había evitado en diversas ocasiones la discusión de estos temas en el Congreso.
En este tenor, Gordillo analizó en las reuniones con los responsables de la política económica del gobierno el perfil de los candidatos a diputados plurinominales, personajes a modo para ayudarla a impulsar las reformas. Fue cuando aparecieron los nombres de Tomas Ruiz, Francisco Suárez Dávila, Francisco Rojas y Alfredo del Mazo, entre otros, además de operadores políticos como Roberto Campa Cifrián y Miguel Ángel Yúnes Linares.

La estrategia

Al inicio de la legislatura, Elba Esther Gordillo puso en marcha la estrategia previamente acordada con el grupo económico del Gobierno del Cambio: retrasar el nombramiento de las comisiones legislativas durante un mes, con el fin de evitar la discusión del dictamen de la Cuenta Publica de 2001.
Haber llevado a la tribuna la discusión administrativa correspondiente al primer año de Gobierno de Vicente Fox hubiera demostrado el sub-ejercicio del presupuesto, y deducir que lo mismo sucedió en 2002 y 2003. La sola discusión de la Cuenta Pública que habrá de realizarse apenas en el periodo ordinario de sesiones iniciado ayer, hubiera ofrecido contundencia argumentativa a los legisladores para dejar cerrada desde el principio de su discusión la propuesta de homologación del IVA. ¿Para qué quiere más recursos el gobierno si no los gasta?
Fue hasta mediados de octubre cuando la maestra finalmente tuvo armadas las comisiones, sobre todo en el área económica: en Hacienda a Francisco Suárez Dávila como secretario, apoyado por Tomas Ruiz y Roberto Campa. A Francisco Rojas en la presidencia de Presupuesto y Cuenta Pública, mientras que su cercano colaborador, José Ángel Ibáñez, fue enviado a Vigilancia de la Auditoría Superior de la Federación.
Fue cuando inició el programa de acción para hacer ver "la urgente necesidad de modernizar al Estado, para enfrentar los retos de la globalización", y en un primer intento, la homologación del IVA (Ley de Ingresos), llamándola "Reforma Hacendaría".
Para estos días los gobernadores como Miguel Alemán, Tomás Yarrington, Juan S. Millán, Enrique Martínez y José Natividad González Parás estaban convencidos de que si se aprobaba el IVA, tendrían más recursos del presupuesto y los dos primeros la holgura presupuestaria para salir de su mandato con banderas desplegadas. Con Alemán, incluso, había negociado la candidatura de Tomás Ruiz, pues ya contaba con la promesa del PAN para también apoyarlo en una coalición en perjuicio del senador Gerardo Buganza.
Aquí fue cuando inició la discusión al interior del PRI. Al presidente del partido, Roberto Madrazo le vendió la idea, de "qué caso tiene que se desgaste el gobierno, por el desgaste mismo, si nos va entregar una nación quebrada".
Sin embargo, los tratos personales de Gordillo con el gobierno de Vicente Fox y sus posturas autoritarias como obligarlos a votar asuntos sin haberlos consultado —uno de ellos el presupuesto de la Cámara de Diputados— o introducir entre los probables consejeros del IFE a uno de sus cercanos, Alfonso Zárate, comenzaron a fracturar a la fracción parlamentaria que había llegado dividida desde su propio inicio de gestión.
Ya en noviembre esta discusión en el PRI y, principalmente en el Congreso, provocó un rompimiento entre dos grupos de diputados: los simpatizantes de Elba Esther Gordillo y los que en un principio simpatizaron con Manlio Fabio Beltrones pero finalmente se acercaron a Emilio Chuayffet, quien había quedado relegado en el reparto de Comisiones. En esos días se realizaron infinidad de reuniones de gobernadores con Gordillo, de diputados con sus gobernadores y en el mismo tenor se dio la discusión en el CEN del partido.

Apretar al Gobierno

Para diciembre era tal la confusión que, además de la destitución de Gordillo como coordinadora del Grupo Parlamentario, en comisiones hubo una gran lucha finalmente ganada por la coordinadora priista y los panistas para aprobar la propuesta Elbiazul. Pero el dictamen fue desechado por
251 votos contra 234, abriendo la puerta para un periodo extraordinario
Para evitar las confrontaciones futuras, Roberto Madrazo decidió llamar a los gobernadores, a los líderes de las fracciones en el Congreso, a legisladores y a otros cuadros importantes del partido para tomar una decisión en consenso.
El 18 de diciembre en la sala de juntas de la presidencia se realizó una importante reunión donde discutieron la conveniencia o no de aprobar la homologación del IVA y los nuevos impuestos propuestos por la administración de Vicente Fox, que darían 90 mil millones de pesos adicionales al gobierno o buscar las modificaciones para entregar 30 mil millones de pesos.
Se escucharon las dos posiciones. Por el grupo de Elba Esther Gordillo argumentaron en pro de la propuesta de subir y generar nuevos impuestos, Francisco Suárez Dávila, Francisco Rojas y Tomás Ruiz. Por el bando del nuevo coordinador lo hicieron Ángel Buendía, Carlos Flores Rico, Ernesto Alarcón y Francisco Monárrez.
Para estos priístas el tema de nuevos impuestos no era un conflicto técnico ni de viabilidad. El problema, subrayaron, es político y perjudicaría la imagen del PRI en caso de aprobarlos.
Pero cuando parecía que la posición elbista se imponía debido a la argumentación extensa y documentada de Francisco Suárez Dávila, pidió la palabra Beatriz Paredes. Expuso cuál debería ser la posición del PRI respecto a ese tema y comentó a grandes rasgos lo siguiente, según el documento de análisis:
- “Como coordinadora de la fracción parlamentaria del PRI en la LVII Legislatura y presidenta de la Cámara de Diputados, viví ese mismo problema, pero nosotros decidimos, como Congreso, no pagar el costo de la incapacidad del actual gobierno, quien ha demostrado una gran insolvencia para administrar y señalar un rumbo”.
- “En aquel entonces nos toco vivir una terrible campaña en contra del Congreso, auspiciada desde el gobierno; una irresponsabilidad política que enrareció el ambiente”.
- “Esto nos permitió percatarnos de que el gobierno no cumple sus compromisos”.
En su exposición, Paredes Rangel destacó que si no se aprobaba en aquella oportunidad la homologación del IVA, “no iba a pasa nada (como finalmente sucedió)”, y entonces “tendremos la oportunidad histórica de que en la Convención Nacional Hacendaria impulsemos, con tiempo y con la participación de todos los sectores de la sociedad, realmente una profunda Reforma Hacendaría”.
Había otro ingrediente adicional: las 14 elecciones estatales de este año, 10 de las cuales son de gobernador y donde el PRI tiene francas posibilidades de alzarse con la victoria en ocho.
En su discurso añadió que aplicar modificaciones al presupuesto en lugar de una miscelánea fiscal a modo del Gobierno significaría ”una manera de obligar al Ejecutivo para que realmente promueva la Convención Nacional Hacendaria, misma que ha venido posponiendo; (por el contrario) si aprobamos en este periodo el aumento de impuestos que solicita, que no es una Reforma sino una Ley de Ingresos, entonces el presidente no irá a la Convención”.
La hoy presidenta de la Fundación Colosio del PRI, expresó aquella noche que el tema del IVA “antes, como hoy, lastimará a los que menos tienen”, razón por la cual “el PRI no tiene por qué pagar el costo político de las incapacidades del Gobierno del Cambio”.
Recordó que el acuerdo de la última Asamblea Nacional del PRI fue de no impulsar más incrementos tributarios, lo que no constituyó un simple eslogan de campaña, sino que es el sentir de la mayoría de los mexicanos. Por lo que se propuso: “¿Estamos de acuerdo con la homologación del IVA? Entonces convoquemos a otra asamblea y cambiemos este mandato”.
Ya para finalizar, Paredes dejó esta puya: “Analicemos bien la propuesta del gobierno, ¿en realidad le dará más recursos a los estados?”, que era la promesa vendida por Gordillo a los gobernadores, para asegurar que sus diputados votaran a favor de la Ley de Ingresos foxista.
Esta intervención de Paredes propició la adhesión de todos los gobernadores, incluidos Alemán, González Parás y el resto a apoyar la posición del PRI, y significó la caída final de Elba Esther Gordillo en la Cámara de Diputados.