marzo 24, 2004

José Córdoba Montoya, el gran intrigante

Con Donaldo se cometió un crimen
que se supone estaba desechado
de nuestra historia y cuya comisión
no debería repetirse en el escenario
de la lucha por el poder, como sucedía,
lamentablemente, al principio del siglo pasado:
Luis Colosio Fernández, 10 de febrero de 2004,
en el homenaje a Luis Donaldo Colosio


Reportaje especial
Asesinato de Colosio
Segunda de tres partes
Publicado en el diario El Independiente

El padre de Luis Donaldo Colosio Murrieta fue muy directo en marzo de 1995, al cumplirse un año de la muerte en Lomas Taurinas, Tijuana, del candidato del Partido Revolucionario Institucional a la Presidencia de la República.
-- Ojalá que cuando (la investigación) llegue a Córdoba (el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León) no se eche para atrás".
Ante tal señalamiento, la corroboración pedida por el reportero de El Imparcial de Hermosillo llevó al hoy Senador de la República a confirmar:
-- ¿Córdoba, don Luis? ¿José Córdoba Montoya? ¿Usted cree que él pudo haber planeado el asesinato?
-- Creo que él tuvo mucho que ver.
A petición de Luis Colosio Fernández la entrevista realizada el 21 de marzo fue publicada el 24, con el resto de las noticias sobre el primer aniversario del magnicidio; quizá pasó desapercibida.
El hispano-franco-mexicano convertido en Jefe de la Oficina de la Presidencia durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, fue constantemente señalado de haber exigido la renuncia a Luis Donaldo Colosio, incluso con una llamada a Culiacán la mañana de aquel fatídico miércoles 23 de marzo.
En respuesta a una entrevista solicitada por el diario Reforma, el 10 de octubre de 1994 José María Córdoba Montoya protestó por escrito: "Es un disparate y un infundio sugerir que yo le hubiera podido pedir a Colosio renunciar a su candidatura. Simplemente ese hecho no ocurrió".

La intriga

Pero es claro que a la muerte de Colosio hubo beneficiarios. Ellos fueron el futuro candidato y presidente de la República y los grupos político-económicos que lo arroparon.
En medio de la serie de intrigas oficiosas sobre la debilidad del candidato presidencial, se desvió la atención de la opinión pública hacia el distante apoyo ofrecido desde Los Pinos a la campaña, pero más todavía hacia el activismo de Manuel Camacho Solís, a quien al darle un cargo ad honorem como Comisionado para la Paz y la Concordia en Chiapas, Carlos Salinas de Gortari lo habría puesto en la palestra como sustituto.
Sin embargo, en la vorágine de los acontecimientos propiciados por el levantamiento armado en Chiapas, los atentados terroristas como el de Plaza Universidad, las multitudinarias protestas populares en las principales ciudades del país y los riesgos de desestabilización económica propiciados por el secuestro de los empresarios Alfredo Harp Helú y Ángel Lozada, pocos advirtieron que en realidad eran dos los probables reemplazos.
Además, las confabulaciones al interior del equipo de campaña tampoco eran tema menor. Por aquellos días Ernesto Zedillo Ponce de León iba a ser relevado en la coordinación de la campaña por la fractura de sus relaciones políticas y personales con los llamados colosistas, pues únicamente se había dedicado a servir de enlace entre el candidato y la Presidencia de la República, y no necesariamente con Carlos Salinas.
Aunado a este hecho, Colosio habría decidido que el "jefe" y principal impulsor de Zedillo, José Córdoba Montoya, "trabajará en el gobierno hasta el 30 de noviembre" de ese 1994. Ya había un rompimiento de Colosio con Córdoba que todo lo obstaculizaba.
Todos debían pasar a confesarse con Córdoba antes de ver a Salinas desde la época cuando trabajaron en la Secretaría de Programación y Presupuesto, y a pesar de las deferencias de Salinas hacia Colosio, no era la excepción. Es decir, no había comunicación directa entre el candidato y el presidente.
En el contexto de las pugnas entre los diferentes grupos políticos, Emilio Gamboa Patrón también habría quebrado su relación con Salinas debido al protagonismo de Camacho. "Para a Manuel", le habría dicho y el Presidente respondió: "Dile a Colosio que se encargue del partido y que yo me encargo de Camacho".
Cercano al Jefe de la Oficina de la Presidencia, según el diario Reforma del 31 de octubre de 1995, el ex titular de Comunicaciones y Transportes, Emilio Gamboa fue uno de los primeros en conocer el 20 de marzo de boca de Colosio el nombre de quienes reforzarían el equipo: "Me voy a jalar a Santiago Oñate, a Fernando Elías Calles y a José Francisco Ruiz Massieu".
Era claro que alejado de la coordinación, Zedillo no sólo se despedía de la posibilidad de una candidatura sustituta, sino también se perdía todo contacto de José Córdoba Montoya con la campaña presidencial y su influencia en las políticas del casi seguro nuevo gobernante, pues le metían en medio a dos personajes lejanos a él, uno de ellos enemigo acérrimo igual que Camacho, el ex gobernador de Guerrero, Ruiz Massieu.
Oñate tomaría el lugar de José Luis Lamadrid como secretario general del PRI. Con este movimiento Colosio proyectaba recuperar el control político de la campaña. Además, Óscar Espinosa Villarreal iba a ser sustituido como secretario de Finanzas por el vocero Liébano Sáenz y Ramiro Pineda subiría a la vocería.
Pero el día anterior al hecho relatado, el 19 de marzo, Colosio recibió una vehemente carta firmada por su coordinador de campaña, Ernesto Zedillo. La misiva parece escrita con toda intención: Dañar la imagen de Manuel Camacho Solís, asumirse leal a Colosio e intrigar contra el entonces presidente Salinas. El documento, observado a detalle, justifica un rompimiento. Aquí tres párrafos de él:
"No obstante lo ocurrido el pasado 28 de noviembre, Manuel Camacho --antes o después del 1 de enero-- decidió continuar jugando un papel protagónico en la política nacional y ha actuado con un plan muy preciso para cumplir con ese objetivo, aprovechando y cultivando en todo momento las nuevas prioridades del Señor Presidente".
"Insisto, mi propuesta de celebrar este pacto (con Salinas) es independiente de mi admiración y agradecimiento por el Señor Presidente. Es una recomendación elemental, yo diría de libro de texto, de estrategia política".
"Créeme que estoy profundamente convencido de lo que te expreso. En mis recomendaciones no hay interés personal alguno. Simplemente creo que es lo mejor para México".
No debemos olvidar que fue Córdoba quien avisó a Camacho de la decisión del partido de elegir a Colosio. Los enterados dicen que el mensaje fue más o menos así: "Me pide el Presidente que te informe que el candidato del partido es Colosio; a veces estas decisiones no son las más acertadas. Igual que tú, yo esperaba que esta decisión fuera en otro sentido y creo que el mejor hombre eras tú".
La forma como fue transmitido el mensaje aquel 28 de noviembre de 1993 permite aventurar que literalmente fue el alter ego de Salinas quien "aceleró" a Camacho.
Sin embargo, al entregar esa carta, Ernesto Zedillo seguramente no se encontraba al tanto de que el día 16 de marzo Colosio y Camacho se reunieron a cenar en la casa de Luis Martínez Fernández Martín del Campo, amigo común, donde zanjaron sus diferencias, y presumiblemente hicieron un pacto democrático para trabajar hacia reformas de carácter institucional y estructural, pues ambos estaban convencidos de que el rumbo del país debía ser matizado en las políticas públicas, debido a la cuestionada efectividad del modelo económico neoliberal.
Ambos estaban concientes de que era muy importante generar recursos para toda la población a fin de dinamizar al mercado interno, al contrario de la propuesta neoliberal que pretende generar recursos para las grandes empresas con la expectativa de que se rieguen al resto de la estructura piramidal como una cascada. Destacaban que el Estado debía invertir en educación e infraestructura.
Ese pacto tuvo su momento culminante cuando el día 22 Camacho anunció en conferencia de prensa que declinaba buscar la candidatura: "Entre buscar una candidatura a la Presidencia de la República y la contribución que pueda hacer al proceso de paz en Chiapas, escojo la paz".
Colosio transmitía su gozo la semana antes del asesinato, escribió Roberto Zamarripa en Reforma, tras el relato de unos pasajes de los últimos momentos del candidato en Culiacán, presumiblemente contados por Heriberto Galindo. Para aquella época Camacho estaba "jalando", faltaba hablar con el presidente Salinas, realizar los movimientos estratégicos alrededor de la estructura de campaña en el PRI, palomear las listas de los candidatos a diputados y senadores --que se haría en una primera fase, durante la Semana Santa--, encontrarse con el candidato del PRD (Cuauhtémoc) Cárdenas a través de Andrés Manuel López Obrador con quien había cenado para solicitar el puente, y entre otras cosas buscar a los (hijos de Manuel) Clouthier.
Colosio estaba feliz porque la alianza se recomponía a partir de las últimas decisiones que había tomado, una de ellas de no agredir a Camacho, la que le había salido bien porque ahora el propio Comisionado para la Paz lo iba a fortalecer.
Al respecto, escribe Zamarripa: "La semana que precedió al asesinato era de arreglos. ¿Quién estaba interesado en descomponerlos?".

Preguntar a Zedillo

El pasado 10 de febrero, Luis Colosio Fernández dijo que el asesinato de su hijo se dio en un evidente clima de deterioro de la relación con Carlos Salinas de Gortari, pero fue desmentido al día siguiente por el ex presidente, quien lanzó un strike con mucha jiribilla: "Sería bueno preguntarle al que mandó la carta por qué expresaba esas cosas en la misiva. Yo creo que aquí, más que preguntarme a mí qué opino sobre ella, hay que preguntarle al que la escribió... algo que me llama la atención es la fecha de la carta, el 19 de marzo... es decir, en esas fechas el candidato Colosio había decidido hacer cambios a su equipo y entre los cambios estaba el del coordinador de su campaña".
Sobre la posibilidad de que Manuel Camacho fuera un candidato alterno, Salinas dijo que "no había ninguna posibilidad de un candidato alterno, lo dije en un discurso ante todo el priísmo del país con aquella frase en términos coloquiales para que no se hicieran bolas".
Este contexto permite entender que Córdoba siempre tuvo un candidato: Zedillo. Y que si no lo pudo llevar a la candidatura, lo puso detrás de Luis Donaldo Colosio como coordinador de campaña con la posibilidad de sustituirlo como sucedió en Colombia en 1989, a pesar del sonorense que pensaba nombrar ahí a Carlos Rojas Gutiérrez, y que Zedillo había sido siempre un hombre de oficina, sin ninguna experiencia en el campo de la política de masas.
En febrero de 1989 César Augusto Gaviria Trujillo dirigió la campaña presidencial del precandidato liberal Luis Carlos Galán Sarmiento, senador y líder de la facción Nuevo Liberalismo comprometida con la lucha contra el narcotráfico y la corrupción en Colombia. Pero el 18 de agosto de 1989 Galán fue asesinado durante un mitin en la localidad de Soacha, Cundinamarca, por sicarios presuntamente contratados por el cártel de Medellín. Gaviria entonces reemplazó a Galán y llegó a la Presidencia de aquella Nación.
Regresando a México, Córdoba sugirió al candidato del PRI que integrar a Rojas Gutiérrez podría entenderse ante la opinión pública como un avasallamiento del gobierno en contra de los otros candidatos y quién era mejor que el entonces subsecretario para cubrirle las espaldas en Sedesol.
Además, el político sonorense solicitó a Rafael Reséndiz como vocero de la campaña y fue otra vez Córdoba quien le sugirió que fuera Liébano Sáenz, político que se ubicó en el sexenio pasado como el Córdoba Montoya de Ernesto Zedillo.
Así, con Zedillo detrás del candidato, Córdoba tuvo gran incidencia en las decisiones de la campaña y, posteriormente, en la designación de su protegido como candidato sustituto antes de ser desterrado por Salinas como representante de México ante la OCDE.

Quiebre Salinas - Córdoba

Dentro del llamado contexto político que no fue investigado lo suficiente por las distintas fiscalías para el caso, hay un momento que nadie ha sabido explicar y, tampoco hay quienes hayan querido ahondar sobre la posibilidad de un fuerte rompimiento entre Carlos Salinas y los grupos de poder que representaba o aún representa José Córdoba Montoya.
Sobre todo, cuando muchas voces al interior del gobierno de Zedillo expresaron que la salida de capitales propiciadora del error de diciembre de 1994 fue operada por Carlos Salinas y sus alianzas con el gran capital, y la respuesta de su sucesor fue la encarcelación de Raúl Salinas.
En su defensa pública, Salinas destacó su combate a los grupos políticos, económicos y del narcotráfico contrarios a su proyecto de país; sin embargo, evitó decir que bajo su protección otros crecieron de forma inconmensurable.
Uno de ellos, el que bajo la sombra de Salinas forjó José María Córdoba Montoya en Jalisco. Escasamente también se ha documentado la posibilidad de una alianza cordobista con el grupo Atlacomulco y, probablemente también el de Luis Echeverría, para llevar a la presidencia de la República a su favorito, cuando además de Colosio, el resto de los contendientes con verdaderas posibilidades de ser impulsados no pertenecían siquiera lejanamente a estas dos familias. Eran, uno netamente salinista, Pedro Aspe y el otro difícil de controlar, Manuel Camacho.
Ya en la presidencia Zedillo se encargó de que la opinión pública se olvidara del ex candidato asesinado. ¿Recuerdan aquella frase de Zedillo: "No arrastremos el cadáver de Colosio"?...

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