marzo 23, 2004

Proyecto de reelección salinista, el motivo político

Yo no puedo faltar a la convocatoria de lucha
que Luis Donaldo siempre representó;
por eso les pido que esta jornada nacional
lo sea por el recuerdo de Luis Donaldo
y lo sea también por una demanda de justicia:
Luis Colosio Fernández, 10 de febrero de 2004

Reportaje especial
Primera de tres partes
Publicado en el diario El Independiente
El crimen de Luis Donaldo Colosio el 23 de marzo de 1994 ocurrió en medio de una habitual y profunda lucha por el poder entre grupos de diferente filiación ideológica al interior del Partido Revolucionario Institucional, profundizada por la megalomanía de Carlos Salinas de Gortari y su proyecto de reelección presidencial.
Desde su exilio en el extranjero, el ex presidente Salinas manifestó en su defensa de diciembre de 1995 que el año anterior se había desarrollado una “tremenda lucha por el poder” y el debate en torno al magnicidio era por la diferencia de proyectos políticos, ya que el sonorense significaba su continuidad.
La alternancia en el poder entre los distintos grupos políticos en el PRI se había dado de manera casi natural hasta la llegada de Salinas de Gortari, quien como lo muestran las crónicas de su ascenso presidencial, tenía un proyecto económico-político-financiero transexenal, ideado por su padre Raúl Salinas Lozano y operado por él desde su estadía en la Secretaría de Programación y Presupuesto.
José Ángel Gurría prometió a un grupo de empresarios japoneses en diciembre de 1993, que mantendrían el poder por 25 años, de los que ya habían transcurrido cuatro y quedaban tres sexenios de auge para un reducido grupo de políticos, empresarios y la propia familia Salinas de Gortari.
Una relación de hechos durante el gobierno de Salinas de Gortari advierte que la reelección siempre estuvo en la mente del ex mandatario y cómo fuerzas políticas de diferente filiación ideológica en el seno del propio PRI pusieron un alto a sus pretensiones, impulsadas por los usuales peones de la estructura clientelar y corporativa del entonces partido hegemónico.

La reelección posible

Salinas de Gortari filtró la posibilidad de hacer modificaciones a la Constitución General de la República cuando a partir de las encuestas, a mediados de 1991, supo que tendría mayoría en el Congreso de la Unión.
A 10 días de las elecciones federales intermedias del 18 de agosto, la Asociación de Comerciantes de La Laguna, AC (Acolac), hizo publicar un desplegado periodístico con motivo de una visita de Salinas a Torreón, la zona Lagunera que había sido bastión cardenista en 1988. En él, sus miembros solicitaban una audiencia presidencial para “plantear los fundamentos políticos, sociales, históricos y económicos” para modificar el artículo 83 de la Carta Magna que anula la reelección presidencial.
Alejandro Méndez Romandía, entonces presidente de la Acolac, declaró que en su pretensión eran apoyados por “elementos muy valiosos y muy conocedores del quehacer político”, cuyos nombres no quiso dar a conocer en ese momento.
Pero el 29 de agosto, la Secretaría de Gobernación, dirigida por Fernando Gutiérrez Barrios, respondió en un comunicado que “no se propondrá modificación alguna en esta materia”. Ignacio Ovalle, secretario técnico del Consejo Político del PRI, afirmó que su partido no apoyaría ninguna propuesta reeleccionista, aunque desde el desaparecido PFCRN, el diputado Jorge Amador, “a título personal”, expresó la conveniencia de pensar en el principio de no reelección.
Crónicas de La Jornada y El Financiero hicieron notar que reporteros desconocidos en las fuentes de la CTM y el PAN, quizá enviados con toda intención, plantearon el tema con insistencia los días 26 y 27 de agosto a Fidel Velázquez y al entonces diputado Felipe Calderón. Como resultado de las elecciones intermedias el PRI, presidido por Luis Donaldo Colosio, tendría más de las dos terceras partes del Congreso en sus manos y la posibilidad de plantear reformas constitucionales.
Entrevistado en 1996, Alejandro Méndez Reyes, analista en la Dirección General de Financiamiento para la Vivienda y Desarrollo Urbano de la Sedesol en el periodo de Colosio, y sobrino de Méndez Romandía, de la Acolac, expresó que el estudio para modificar el artículo 83 se hizo del conocimiento de todo el gabinete y de los legisladores. Por ejemplo, “el secretario de Marina, Luis Carlos Ruano Angulo, contestó que continuáramos el proyecto, que él lo iba a estudiar. Lo mismo hizo Ignacio Morales Lechuga, en ese entonces procurador general, y también nos reunimos con gente del gabinete de Manlio Fabio Beltrones en Sonora”.

Segundo intento

Contó Méndez Reyes que tuvo conocimiento de que en Acapulco, durante una reunión, Manuel Camacho Solís lo comentó con José Francisco Ruiz Massieu y mientras Camacho se opuso rotundamente, Ruiz Massieu no quería dar su punto de vista. Entre otros presidenciables estuvieron Ernesto Zedillo, quien se mostró ajeno; Pedro Aspe se interesó y Colosio se mostró prudente en ese momento.
En entrevista publicada por Excélsior el 18 de junio de 1992, Salinas comentó que “a raíz de la elección de agosto de 1991 y del buen desenvolvimiento general del país, voces diversas han planteado este tema”.
Entre algunos políticos del sector oficial que se pronunciaron a favor de la reforma estuvieron los líderes nacionales de la CROC, Alberto Juárez Blancas, y de los Pequeños Propietarios, el extinto Jesús González Gortázar. Este último dijo: “En un país democrático la reelección es una posibilidad siempre abierta al pueblo. Una verdadera democracia debe permitir que aquellos que lo han hecho bien, vuelvan a tener una oportunidad de servir al pueblo... Ahora que está cambiando todo, que nos estamos modernizando, esta es una opción abierta al pueblo...”.
En ese ánimo, el 24 de agosto de 1992, en Acapulco, la representante vecinal Cecilia Dávila aseguró a Salinas que “si volviera a haber una reelección en México, los guerrerenses lo volveríamos a elegir a usted”. Y Tod Robertson, reportero de The Washington Post, expresó en un reportaje sobre una gira que Salinas realizó por Oaxaca a fines de agosto que “por la manera como promueve el Pronasol y si la reelección no estuviera prohibida en México, podría presumirse que el presidente Carlos Salinas está candidateándose para ocupar la silla presidencial otros seis años”.
Más adelante, el intento de reelegirse como gobernador en San Luis Potosí de Gonzalo Martínez Corbalá, al renunciar a la gestión interina y promoverse a la gubernatura constitucional, fue considerado “como un laboratorio para ver qué reacción hay sobre una posible reelección presidencial en 1994, a pesar de que se han expresado intenciones de no hacer reformas”, destacaron líderes de la oposición.
Analistas políticos consideraron que impulsar a Martínez Corbalá, quien fuera jefe de Salinas en los inicios de éste en la administración pública, era un mensaje muy sutil en la ciudad donde Francisco I. Madero pronunció su revolucionario Plan de San Luis, basado en la frase “Sufragio efectivo. No reelección”.
Ante la discusión pública del tema, el 16 de octubre de 1992 el líder de la Cámara de Diputados, Fernando Ortiz Arana, sentenció que a través de sus fracciones parlamentarias, el PRI “impedirá cualquier intento de modificar el artículo 83 constitucional para permitir la reelección”.
Añadió el legislador, quien a la muerte de Colosio se candidateó desde la misma presidencia del PRI para sucederlo: “Hay un condenable oportunismo en quienes por carencia de propuestas serias a la nación, buscan provocar inquietud para de ello sacar ventajas".
En aquellos días también se formó el Frente Antirreelecionista Nacional compuesto principalmente por grupos de la ultraderecha como el Yunque, el DHIAC, Acción Católica Mexicana y otros con presencia en el Partido Acción Nacional.
Finalmente Martínez Corbalá se retiró de la contienda como candidato a gobernador. Federico Arreola, quien después vituperó a Salinas y se dijo colosista, escribió (El Norte, 19/10/92): “El viernes pasado concluyó una polémica. Atribuyéndole pretensiones reeleccionistas se criticó tan duro como injustamente a Salinas, que en este caso resultó la víctima de su propio éxito. Ocurrió así por el hecho de que no pocas personas, y nosotros nos incluimos en este grupo, han señalado que debido a su magnífico trabajo, Salinas debería permanecer durante un periodo más en el puesto que actualmente ocupa".
El 29 de octubre Salinas dio por terminada la campaña reeleccionista ante legisladores, al reiterar que no promovería ninguna modificación al artículo 83 constitucional.
Y no sólo mandó tapar el cuadro de Venustiano Carranza en el salón que lleva el nombre del jefe del Ejército Constituyente en Los Pinos con uno de Francisco I. Madero, sino que llevó una ofrenda floral a la estatua de éste en la explanada central de la residencia oficial, con un listón morado y el lema: “Sufragio efectivo. No reelección”.
Recordó Alejandro Méndez Reyes: “Víctor Chávez me entrevistó en El Financiero (8/10/92) y le dije que estaba en la Sedesol. A partir de ello se armó un escándalo interno, pero Colosio no me reprimió. Considero que a partir de ese hecho pudo haberse fraguado la candidatura de Colosio, como el más fiel porque, posteriormente, se hizo una reunión entre secretarios de Estado a los que Salinas les preguntó que cómo veían la posibilidad de que se reeligiera y mientras Camacho se opuso rotundamente, Colosio le dijo que estaba de acuerdo”.

Díaz y obregón a la distancia

El proyecto salinista de reelección buscó por otro método. Si Manuel González le regresó el poder a Porfirio Díaz en 1884 --y se fue a gobernar Guanajuato hasta su muerte nueve años después-- y Plutarco Elías Calles lo haría con Álvaro Obregón si no hubiera mediado el asesinato del general sonorense, ¿por qué Colosio no se lo habría de retornar en 2000?
En 1995 declaró el economista Carlos Heredia, entonces dirigente del Grupo Pueblo: “La idea de él era tener, junto con su grupo, participación en las decisiones del país en este sexenio y volver en el año 2000, con base en su poder financiero enorme, fundado en su asociación con el capital financiero. De momento, este proyecto salinista tiene un obstáculo (había sido detenido Raúl Salinas y Carlos había salido del país), pero no está liquidado, no está enterrado. Ha habido un arreglo con el gobierno actual y ese proyecto puede emerger de nuevo, en la disputa del poder".
Esta hipótesis la compartía también el entonces senador del PRI y hoy gobernador de Zacatecas por el PRD, Ricardo Monreal, quien el 2 de agosto de 1995, en sus oficinas en Insurgentes y Violeta, expresó que “cada presidente quiere que su proyecto trascienda más allá de lo sexenal. Echeverría fue el último. Por lógica del poder, por tradición histórica, el poder los lleva a desubicarse de su expectativa real y quieren trascender”.
En el caso de Salinas, el ex presidente “concibió trascender más allá de lo sexenal como un nuevo reformador del Estado mexicano con la conformación de un nuevo partido, y ese partido pudo ser el Partido Nacional de la Solidaridad, el Partido Nacional Democrático o alguna más de sus ideas”.
A consideración de Monreal, “el proyecto salinista comenzó durante el cuarto o quinto año de su permanencia en la Secretaría de Programación y Presupuesto, que es desde donde lo promueve. Es un proyecto neoliberal, neoconservador, más cargado a la derecha.
“Y él pensó que Colosio, al que formó, le iba a hacer todas las reformas requeridas para devolverle la estafeta uno o dos sexenios después (…) En 1991 el proyecto ya estaba muy consolidado porque verdaderamente el país estaba ya en otras condiciones, muy diferentes a cuando lo tomó. La inflación bajó a un dígito, se liberaron los préstamos, todo se veía con otra perspectiva. El sector empresarial estaba fuerte y rico. Pero un sector importante del priísmo siempre rechazó la idea de la reelección. Creo que los mismos hechos lo fueron transformando y se convirtió en un presidente duro, autoritario, fuerte, que no vacilaba en tomar decisiones".
En una encuesta publicada en 1992 por el Instituto Mexicano de Opinión Pública (IMOP), dirigido por Adip Sabag, se estableció que entre los habitantes del país había la percepción de que un intento reeleccionista le podría costar la vida a Salinas.
Pero no le sucedió lo que a Álvaro Obregón porque simplemente Colosio no llegó a ocupar el lugar que tuvo Plutarco Elías Calles. El llamado Jefe Máximo de la Revolución fue presionado por el verdadero artífice de los cambios, Álvaro Obregón, para realizar modificaciones a la Constitución de 1917 que le permitieran retornar a la Presidencia en 1928. Calles, además, promovió persecuciones contra posibles candidatos como Arnulfo R. Gómez, por el delito de sedición, para que Obregón llegara como único aspirante a la Presidencia.
Sólo que en su intento por conseguir la reelección, Obregón pagó con su vida a manos de José de León Toral, fanático de la Iglesia católica. Aquellos años la Guardia Nacional Cristera luchaba para lograr la derogación de las leyes antirreligiosas por lo que seguidores católicos en el Bajío y Jalisco se levantaron en armas.
Como parte del clima sobre la posibilidad de la reelección, metida también al debate público a pesar de los violentos acontecimientos de 1994, ese año Televisa transmitió la tercera de una serie de novelas históricas dirigidas por Ernesto Alonso: El Vuelo del Águila, con argumento del historiador Enrique Krauze sobre la vida y obra de Porfirio Díaz, y el matiz indicado para reconocer a quien por décadas se le consideró como un terrible dictador, “como un héroe y constructor del progreso que llevó a México a la modernidad del entonces naciente siglo XX, y cuya coyuntura histórica e ideales lo anclaron en el poder”...

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